lunes, 7 de mayo de 2012

Escritos de Ensoñación N° 15: PUENTE DE CEREZOS (9/15) (Post - 80)


(Serendipity / Eureka)  


Si me vieras hoy, me pregunto si… seriamos amigos, si me invitarías a algo más. Lo admito, lo mucho que he cambiado, lo que puedo atraer o lo que sigo rechazando. Lentes de superhéroe, una expresión un poco tonta… “Un escote. Labial, tal vez no lo note…”.

Han de ocurrir aquellos días que tan celosamente guardaba en la memoria, más que de los abrigos, el paisaje cubierto de lluvia que imagine entre sueños, lo cuidaba de tu ausencia.

En la mañana el cansancio se impregna de un perfume que me hace padecer. Sigo buscando tu regalo  algunas veces… esa gorra de pintor que siempre quise darte. Es el aroma del café y de las sorpresas que tanto evité idear. Las realizaré de todos modos, sino a ti, a alguien más, como son, a quien sea, es imposible que puedan fallar… No obstante, todavía no las hago…

El cabello más corto de lo que me quedaba ya era demasiado ¿Había necesidad de sumarle a eso una cara tan poco agraciada? Contextura delgada (Más bien flaca) de uniforme, con problemas de estética y un habla no tan fluida. A veces me pregunto cómo le hice para afrontar todos esos años con tan pocas herramientas.

“Sin tacones, no es que ahora me gusten es solo que ahora puedo notar la diferencia. La cara lavada, un par de pegatines en las orejas. Con el cabello amarrado, con cerquillo. Con nada más que mi sonrisa y algún dato curioso que mostrar: Unos hoyitos, un lunar, unas pecas… Me pregunto por qué se fijaban en mí en ese entonces…”

Camisa a rayas, lentes negros, mocasines de cuero, horario de oficina, cansancio de oficina, mirada enrojecida, comida a delivery, mi semana son los fines de semana, un mal dormir, un buen beber. Amigos del trabajo, un tanto diferentes a los amigos comunes. Amigos del colegio… ¿Será que solo fuimos eso? Vale, aunque eso para nada es poco.

“Laceado japonés, lentes de contacto, vestidos de oficina, por más que intento las arrugas en el ceño no se me van. Tal vez me he vuelto renegona. Agenda en la cartera, cepillo y pasta dental. Perfume de channel ya no tomo a hurtadillas los de mi madre ¿Aún te acordarás de esa historia? Un celular que ya nunca para de sonar. Tal vez debería apagarlo, pero ¿Y si pasa algo importante…?”

En lo alto de mi techo a la medianoche, los edificios, el distrito más alejado del norte, el frío, mi terquedad ¿En cuál de esos recuerdos estas tú? ¿A qué dirección debo mirar para poder encontrarte? Lo que antes me preguntaba. La ingenuidad de tantos años, proyectos que perdí en la madurez ¿Qué tanto habrás perdido tú…?

“Y qué si no me veo igual, no creo que él tampoco lo esté, luego de tantos años es natural cambiar. Ser más listo, más mona, menos crío. Si no resulta grato uno se puede retirar. La excusa de una emergencia en el trabajo es siempre la menos hiriente. Me siento preocupada…”

(“Los cerezos aquí son lo más bello en la ciudad…”). Tal cual lo leía en aquellas cartas, lo veo ahora. Cari, sus pétalos alfombran las calles creciendo una tentación a cada paso. “Podríamos recostarnos en cualquier lugar yo a pintar y tú a escribir…”. Gracias a esas palabras tuve los mejores sueños de mi vida aquella noche.

“Siempre supe que tu nombre quedaba genial para un escritor. De alguna forma, aún sigo esperando a que te animes, aún me gustaría saber de ti… indirectamente… siempre quise conocer tu intimidad, lo que no sabías contar en tus momentos de silencio, en los que me hubiera gustado abrazarte…”

“Para conocerte”. Para tenerte “Para saber que hay una parte de mí que nunca cambiará”. Porque quisiera que así fuese. “Porque hay cosas que quisiera llevar siempre en la memoria”. Porque tuve anhelos que aún quiero vivir. “Por eso...”. Dame más velocidad… “Dame más certeza”. Porque hay cosas que presiento de esta vida…

-          “Que aún puedo encontrar…”