(Serendipity / Eureka)
Si me vieras hoy, me pregunto si… seriamos amigos, si me
invitarías a algo más. Lo admito, lo mucho que he cambiado, lo que puedo atraer
o lo que sigo rechazando. Lentes de superhéroe, una expresión un poco tonta…
“Un escote. Labial, tal vez no lo note…”.
Han de ocurrir aquellos días que tan celosamente guardaba en
la memoria, más que de los abrigos, el paisaje cubierto de lluvia que imagine
entre sueños, lo cuidaba de tu ausencia.
En la mañana el cansancio se impregna de un perfume que me
hace padecer. Sigo buscando tu regalo
algunas veces… esa gorra de pintor que siempre quise darte. Es el aroma del
café y de las sorpresas que tanto evité idear. Las realizaré de todos modos,
sino a ti, a alguien más, como son, a quien sea, es imposible que puedan
fallar… No obstante, todavía no las hago…
El cabello más corto de lo que me quedaba ya era demasiado ¿Había
necesidad de sumarle a eso una cara tan poco agraciada? Contextura delgada (Más
bien flaca) de uniforme, con problemas de estética y un habla no tan fluida. A
veces me pregunto cómo le hice para afrontar todos esos años con tan pocas
herramientas.
“Sin tacones, no es que ahora me gusten es solo que ahora
puedo notar la diferencia. La cara lavada, un par de pegatines en las orejas.
Con el cabello amarrado, con cerquillo. Con nada más que mi sonrisa y algún
dato curioso que mostrar: Unos hoyitos, un lunar, unas pecas… Me pregunto por
qué se fijaban en mí en ese entonces…”
Camisa a rayas, lentes negros, mocasines de cuero, horario
de oficina, cansancio de oficina, mirada enrojecida, comida a delivery, mi
semana son los fines de semana, un mal dormir, un buen beber. Amigos del
trabajo, un tanto diferentes a los amigos comunes. Amigos del colegio… ¿Será que
solo fuimos eso? Vale, aunque eso para nada es poco.
“Laceado japonés, lentes de contacto, vestidos de oficina,
por más que intento las arrugas en el ceño no se me van. Tal vez me he vuelto
renegona. Agenda en la cartera, cepillo y pasta dental. Perfume de channel ya
no tomo a hurtadillas los de mi madre ¿Aún te acordarás de esa historia? Un
celular que ya nunca para de sonar. Tal vez debería apagarlo, pero ¿Y si pasa
algo importante…?”
En lo alto de mi techo a la medianoche, los edificios, el
distrito más alejado del norte, el frío, mi terquedad ¿En cuál de esos
recuerdos estas tú? ¿A qué dirección debo mirar para poder encontrarte? Lo que
antes me preguntaba. La ingenuidad de tantos años, proyectos que perdí en la
madurez ¿Qué tanto habrás perdido tú…?
“Y qué si no me veo igual, no creo que él tampoco lo esté,
luego de tantos años es natural cambiar. Ser más listo, más mona, menos crío.
Si no resulta grato uno se puede retirar. La excusa de una emergencia en el
trabajo es siempre la menos hiriente. Me siento preocupada…”
(“Los cerezos aquí son lo más bello en la ciudad…”). Tal
cual lo leía en aquellas cartas, lo veo ahora. Cari, sus pétalos alfombran las
calles creciendo una tentación a cada paso. “Podríamos recostarnos en cualquier
lugar yo a pintar y tú a escribir…”. Gracias a esas palabras tuve los mejores
sueños de mi vida aquella noche.
“Siempre supe que tu nombre quedaba genial para un escritor.
De alguna forma, aún sigo esperando a que te animes, aún me gustaría saber de
ti… indirectamente… siempre quise conocer tu intimidad, lo que no sabías contar
en tus momentos de silencio, en los que me hubiera gustado abrazarte…”
“Para conocerte”. Para tenerte “Para saber que hay una parte
de mí que nunca cambiará”. Porque quisiera que así fuese. “Porque hay cosas que
quisiera llevar siempre en la memoria”. Porque tuve anhelos que aún quiero
vivir. “Por eso...”. Dame más velocidad… “Dame más certeza”. Porque hay cosas
que presiento de esta vida…
-
“Que aún puedo encontrar…”