"Podria decirte que son historias, cuentos, relatos o simples anotaciones en un diario,
pero la verdad es que solo a ti te corresponde la eleccion. Como en el amor y la vida... todo depende de ti..."
Hay un pacto sin firmar,
una carta en blanco con un sello carmesí en forma de labios. La promesa
de quienes no hacen cosas normales, de quienes buscan un solo momento, un solo
motivo aunque pequeño para cambiarlo todo. Si yo fuera diferente… Si tú creyeras
que no todo cambio es malo, tal vez no tomaríamos taxis separados. Nuestra vida
sería otra… Pero, felicidad por felicidad ¿Quién lo haría? En la avenida del
café y las copas nos preguntamos sin palabras si el amor no se equivoca aunque
sea real.
Cuando haya un cielo completamente azul tan inmenso que cubra
mis ojos con su manto, cuando las arenas de otro mar llenen de un tibio frio la
timidez de tus tobillos en una tarde caída de abril, cuando acabe mis hojas y
la tinta me sea escasa, cuando hayas pintado ya todos los colores con los que
siempre soñaste. Pienso, que solo en esos bocetos podremos encontrar nuestra
respuesta y en ese instante cuando el cielo me deje ciego y la vida me
envejezca, cuando conocer el mundo te deje ignorante de ti misma y la paleta
haya incluido por ti un nuevo color… En ese destello abriremos un poco más los
ojos. Arqueando las cejas finalmente desataremos el nudo en la garganta de la duda
y como cada noche de lunes a lo largo de este año, me temo que esa claridad
terminará con el mismo gesto con el que ambos regresamos a casa y que para ese día ya habremos
olvidado.
Tú, te humedecerás los labios mientras te encoges de hombros...Y
yo, tendré un intenso hormigueo en las manos y un ligero tic que se agolpará en
mi mejilla en donde debería caer una lágrima… ésa que no mostré por miedo a tu
ausencia y por cariño a tu felicidad…
“Hay algo que nunca debes hacer, después de eso todo puede
estar permitido”. Es una regla muy sencilla para mí. Mi padre solía decirla
todo el tiempo. “Debes tener cuidado, si no vives tu vida adecuadamente
terminarás siendo la vaga inspiración para algún tonto escritor de mediano
calibre como yo y créeme hijo que no hay nada más jodido en este mundo que ser
la gran historia de una persona que nunca llegó a serlo.” No podría asegurar
que ahora a mis 23 años entienda por completo el significado de esas palabras
así como tampoco entendí la necesidad de decírmelas desde los 10. Supongo que
mi padre siempre fue una de esas personas a las que les gusta hablar a media espuela dejando lo más importante de la vida en el
tintero para ver si alguien se anima a preguntar o a descubrirlo.
Desafortunadamente para mi gracias a eso sé que me he vuelto una persona muy (demasiado)
curiosa.
Ahora bien ¿Qué significaba lo adecuado para él, que lo es
todo? Estamos hablando de una persona que no me regañaba cuando llegaba a las 3
de la madrugada a la casa pero que podía castigarme una semana entera cuando no
ayudaba a mi hermana con la tarea. “No me importa que quieras destruirte a ti
mismo privándote del sueño o tomando demás – decía - después de todo es parte de tu adolescencia.
Pero ayudar a la familia o a los demás en problemas es parte de ser hombre y
esas faltas si no te las voy a pasar…” – Bah, menudo tío el que había resultado
ser mi viejo. Bastante difícil de entender. Tal vez por eso soy muy tolerante con las personas.
En la cabecera de su cama el respaldar era como una pequeña
estantería ahí había una hilera de libros que siempre tuve curiosidad de leer, mi
padre nunca pareció una persona que
tuviera tal hábito y en sus conversaciones nunca le escuchaba decir “Según… o,
como dijo…”. Una noche cuando tenía 9 y él no estaba cerré la puerta del cuarto
con llave y me abalancé sobre los libros sin titubear. Indescifrable sorpresa. Tenía
libros con menos de la mitad de páginas en blanco, escritas a mano, algunas con
hojas ya muy viejas. Tenía razón sobre el hábito – me dije – mi viejo no lee,
escribe. Creo que desde ese día comencé a respetarlo. Como era de esperarse
cada que podía me escabullía al lado de la cama para leer sus historias, pienso
que si mi viejo hubiera tenido la constancia suficiente hubiera sido un gran
escritor, pero él nunca pudo terminar sus historias. Quizá el trabajo lo cansó,
quizá la vida le distrajo, que sé yo, de hecho nunca fue una persona muy
constante, era algo olvidadiza con la mayoría de cosas, tenía la tez de siempre
estar viendo algo con un semblante de tristeza y cuando le sorprendías ensaya o
hacía algo tonto para hacer parecer que estaba perdiendo el tiempo. Soñando
despierto le llaman.
Lo que nunca hizo mi padre fue llorar frente a nosotros aun
cuando mi madre falleció, después de eso todo nos estaba permitido. Las
primeras veces que yo, Katia y Almudena preguntábamos por ella no se rehusó a
contestar, cuando quisimos verla nos llevó al lugar donde estaba enterrada inclusive
nos mostraba fotos y grabaciones de ella. Cuando Katia cumplió 15 y Almudena
tenía 13 mi viejo les regalo unos dijes que usaba mama de cuando ella era joven
¿Cómo los consiguió? Probablemente ya tenía pensado dárselos desde que hace
mucho lo que me sorprendió fue el hecho de que los haya podido guardar hasta
ese momento con lo descuidado que era pero para esas cosas siempre fue un papa
genial, siempre tenía la habilidad de sorprendernos.
“Sabes hijo – una de nuestras últimas conversaciones – Un
hombre siempre debe proteger a los suyos y proteger lo que otras personas
valoran también…”. Que les digo, mi viejo a veces tenía la facilidad de sacarse
una líneas esas de película en pleno fraseo, sobre todo cuando las sentía. Los
meses que no pasan en vano me dan una buena oportunidad para reunirme con él y
mis hermanas. Todo irá por mi cuenta esta vez, pero esta bien, el dinero nunca
es importante en estos casos ¿Me pregunto que sería bueno para comer hoy? Quizá
después podamos ir al cine o sólo regresar y ver una película en casa.
En la mañana de hoy el mundo se
detuvo en la pequeña memoria SD de mi celular. “Su bandeja está llena favor de
borrar los mensajes más antiguos para almacenar nuevos…”. (Exceso de recuerdos)
Te tengo una pequeña mueca dibujada en el rostro celular ¿Tal cosa es posible?
Pero como dije el mundo se me
estaba agolpando en la memoria y uno tiene que dejar algunas cosas para poder
sentiré más liviano, “Poquita ropa” le dice. No sé cómo puedo estar con una
fanática de Arjona y no sé cómo no se me ocurrió borrar todos los mensajes que
tengo hace tanto.
Pero como que es gracioso ver que
inclusive las más ligeras confirmaciones para salir a comer, las respuestas
tontas a preguntas aún más tontas y algunas declaraciones se hayan quedado
guardadas tanto tiempo en este sencillo aparato. La convicción que tenía al
principio no es tan firme como yo creía y eso de borrarlo todo ya no parece ser
tan buena idea.
Ahora que me detengo a leerlos,
les veo la utilidad. Cosas que ya había olvidado estaban ahí… “A Little trip…”
- me dijo - “… Por las calles de tu mente, todo lo que no pudiste o no te
atreviste a decir en estos últimos dos años puesto ahí, en vitrina, para su
exhibición antes de su muerte…” “Sos algo exagerada, nena”-
Trágica diría – Aunque en ocasiones la presión de la pantalla no soportaría una
segunda pregunta: “¿Esta seguro que desea borrar este mensaje?…”
Decirnos las emociones en otros
idiomas las hace menos cursis y más significativas ¿Será eso un descubrimiento
nuestro? O será que no nos gusta desnudar lo que sentimos tan obviamente o será
que solamente somos un par de alienados con un gusto políglota por las frases
de amor.
Borrando mensajes me encuentro
sonriendo más de una vez, sintiéndome triste algunas veces y encolerizado
también. Es como morir y traer a la mente en un “Flash back” (ves, ahí está
otra vez) las memorias de mis últimos años de vida. Suena trágico lo sé pero
como decías este pequeño viaje, esta pequeña muerte me hace el espectador de
mis propias decisiones. Inclusive he recordado como llegaste aquí. No es que lo
hubiera olvidado, no te enfades “Je t'aime beaucoup” My love es solo que es
lindo volver a sentir las emociones de cada mensaje, sentir que no las
recordaba es como volverlas a experimentar. Decirnos las cosas de diferentes
maneras es como probar los sentimientos del mundo y preguntarnos por qué les
dan ese significado, es ser tonto…
transformar algo tan insignificante en algo filosófico y mezclarlo con
algo tan íntimo. Svestire conmigo tiene más que solo una acepción y en el
lenguaje de los dos decirte amor no significa algo tan ordinario como para que
todos lo puedan decir si lo decimos por que no hacerlo como lo hace el mundo
para hacernos diferentes y reinventarnos tiernamente.
Nota a pie de página:I love you, Ti amo, Je t'aime, Aishiteru, Ya
tyebya lyublyu, Yes kez si'rumem, Volim te, etc…
Luego de varios años, cada lunes como a las seis te vuelvo a
ver.
Luego de todos mis trabajos, de tus clases en la
universidad, de tus mil peros (mi lucha eterna), de mi inconvencional
melancolía y nuestro poco tiempo. Luego de tanto tenemos una tarde libre en
común. Quien diría que esta vida que nos debía tanto ahora nos vuelve a unir.
Hay cosas que han cambiado. Tengo un trabajo más rentable,
puedo pagar un taxi de la oficina a tu casa si me apetece, aunque igual trato
de salir temprano y tomar el tren. Te siento más madura, ya no te preocupa que
nos veamos por temor a lo que pueda sentir por ti y aunque ahora lo haga o no
por fin podemos creer cuando te decía que una relación así podía funcionar. El
descaro nos cae bien. Tú oculta pasión por lo que escribo y mi amor platónico por
ti no tendrían por qué arruinar nuestra amistad.
La avenida del café y las copas se ha convertido con los
años en el punto de encuentro de artistas y bohemios que pretenden más de lo
que en verdad son y aunque solo algunos de verdad merezcan el título el
ambiente que ellos han formado con sus afanes ha envuelto las noches tan
humildes como esta con un cálido manto de inspiración, algo que nos resulta
íntimamente atrayente. Cualquier lugar aquí puede ser nuestro refugio. Es imposible
no sentirnos tan bien cuando tu aún muy en el fondo sueñas con ser esa gran
pintora que viaja por el mundo y yo sigo debatiéndome entre ser un escritor errante
o un cantante célebre.
Mientras hablamos de trabajo y de estudios nos miramos con
una pequeña luz azul en los ojos preguntándonos si podremos tirar todo algún
día y dedicarnos de por vida a lo que sentimos y aunque lo planeamos todavía
nos falta la entereza para poder hacerlo o tal vez solo unos tragos de más.
Cada tarde al comenzar la semana me reencuentro con una
vieja amiga que nunca lo fue tanto, de la que alguna vez me enamore sin saber
cómo. Todos los lunes (o al menos esa es la idea) nos reunimos para planear
como escaparnos de la vida que llevamos. Rodeados de bocetos de las personas
que queremos ser la admiro porque ella es la mejor chica que conozco sin
conocer. La más igual a mí, la que juega a dejar a su enamorado si yo dejo a la
mía y aunque haya días en los que me parezca un sano intercambio sé que ninguno
de los dos lo hará. Estamos atrapados en una gran comodidad. Una sensación de
felicidad. Ella madura muy lejos de mí y yo me vuelvo viejo lejos de ella. Ella
ya no tiene en el alma esa tierna inocencia con la que vino a mí la primera vez
y yo de seguro ya no guardo rastro de esa luz que logro ilusionarla aquel día.
Pero ahora nos vemos, con la mitad de nuestras vidas ya resueltas
nuestras frases de cordialidad se pierden entre ideas delirantes de rebelión, rebelión
a la vida, al pasado, a esos malditos días que no quieren ir atrás. Lo que nos
queda entonces es jugar entre supuestos. Una probabilista consolación de
saber que en alguna vida paralela estaríamos los dos partiendo al mundo en un
crucero por los mares del océano atlántico y sus purpurinas aguas de las que
tanto te han hablado.
Los sueños que tuvimos cuando jóvenes quizá nunca fueron lo
suficientemente fuertes como para dejarlos salir. Quizá la felicidad real sea
mejor que la de ensueño, quizá nos vemos cada vez con esa pregunta en los
labios esperando que el otro la responda pero nos quedamos callados. Tomándonos
el último trago nos retiramos del lugar esperando volver la semana siguiente.
Cada lunes como a las seis la vida nos brinda la última
oportunidad para tomar nuestra elección y cada lunes al parecer
Nota a pie de página: Perdonen pero me siento incompleto para terminar esta historia. El parpadeo contante
del cursor en el documento se ha metido en mi cabeza, como el único final que
puedo darle por ahora.
Debería estar esperándote en
la vieja mesa de algún café difícil de hallar, debería estar también preparando
tu regalo de navidad y tal vez, solo tal vez, si te has portado bien debería
estar planeando algún lugar elegante y lujoso al cual llevarte… Sin embargo hay
dos grandes hechos innegables que debemos afrontar. Lo del lugar lujoso lo
haría de todos modos, pero por sobretodo lo haría todo si tú en verdad fueras a
llegar.
En lugar de eso ya son más
de tres buenos cafés los que voy descubriendo en la ciudad, ya son más de diez
buenos regalos que hubiera podido darte que se han terminado perdiendo entre
las pocas ganas que me dejas cuando actúas así y de lugares elegantes… bueno de
esos tengo aún más por escoger. Pero el caso es que en esas viejas mesas solo
ordeno yo, en esos capuccinos con crema o en esos frapuccinos con miel solo están
mis dientes mordiendo el borde de las tazas. Enojado busco una canción en
especial, una canción en un idioma el cual no pueda entender para quedarme solo
con la melodía, para no concentrarme en tu ausencia y dejarme llevar solo por
los recuerdos de cuando cumples tus promesas, el resuello de tu voz tan animosa
en esos momentos se desdibuja pausadamente como acallándose cuando no apareces
y otra tarde más al final de la barra solo estoy yo pretendiendo que vine para
estar solo y que no he sido plantado deliberadamente por tercera vez.
Hay una parte de ti que me
gusta (bueno, enfrentémoslo, son varias) que me puede hacer caer peligrosamente
enamorado de ti, pero hay muchas otras que me hacen odiarte hasta morir o
siendo más preciso hasta matarte.
Amigos, amantes o
simplemente nada ¿Qué deberíamos ser? ¿Qué somos? Nunca puedo estar molesto
contigo por más de un día, no puede haber un día en el que no te abalances
sobre mí al saludarme. Me decepcionas, me tocas, me robas la sonrisa más tonta
que puedo dar, te hago contar las cosas que nunca pensaste decir con solo estar
callado, me tomas por sorpresa, me admiras, tenemos peleas, me enfureces, me
dejas de hablar y al final de la semana me invitas a pasar la tarde contigo y
cuando creo que todo va estar bien no apareces ¿Quién eres tú? ¿Qué parte de los
dos es mentira?
“Guardando silencios de una
forma tan tierna que casi es maravillosa.” La dulzura de un dolor me hunde el
pecho de un latido ¿Te debería creer? Creer cuando me dices eso, cuando dices
que somos únicos, que nos volveremos viejos juntos. Yo otra vez no puedo dejar
de preguntarle a mi vida ¿Por qué tanto misterio? Caminamos por las calles y de
mi mente alrededor vuelan las ideas, ideas que hilvanas con las tuyas formando
un carnaval para nuestra gran imaginación. Al doblar de cada esquina estas tu
terminado la avenida de mis propias creaciones ¿Cómo puede ser posible que
calcemos tan bien y luego no? Me pregunto ¿Con cada gesto que atesoras y que te
encanta de mi te convences más de no querer nada conmigo? A mí me pasa igual y
al vernos en esa paradoja todo se vuelve un juego muy muy perverso del que no sé
cómo bajar.
No sé como remediar el
misterio de tu alquimia, lo que me dejas por buscar… Cómo entendernos, saber cómo
acabara esto, si va a acabar ¿Cuál será nuestro equilibrio? Las enormes ganas
de vivir contigo a expensas de las pocas ganas que tengo después de ti. Una
irónica noticia el hecho de que cuanto más queremos acercarnos más difícil se
nos hace.
Debería estar levantándome de
la vieja mesa de este café y verme salir por esa puerta furibundo, pero el caso
es que tengo muchas preguntas para los dos y si hay algo que sé de todo esto es
que nunca he sido alguien que pueda vivir con la duda. Pienso que, entonces,
podría esperar…
Tenemos un cuarto, un claro oscuro, gritos que resuenan en
nuestra cabeza que no cesa de dar vueltas. La mirada vacía que se pinta de
negro desafía una locura poco entendida. El eco de las palabras mancha las
paredes de la habitación haciendo cada pequeño recuerdo placentero.
Bienvenida al nirvana, a mi estado de éxtasis, a tu liberación
total. El mundo es una vil patraña cuando tu cuerpo se viste solo de sudor. Lo
que somos no importa más que como nos unimos. Un completo extraño dentro de ti.
Palabras que carecen de sentido se acurrucan sobre mí intentando ser almas
gemelas. Mi incompleta inocencia se aclimata a tu calor.
Esencia de flores, estragos del alcohol, el resumen de todo
lo vivido atornillado a la punta de tu lengua no parece mi futuro. Un dolor
maquillado con rubor ¿Te sigues confundiendo? Jugando con la sublime paradoja
que es dejarse llevar… del ritmo, de la cascada, del ímpetu en tu juventud.
Sintiendo los instintos. Movimientos salvajes de la pasión. Mi
vida poseída por mis actos, por mis palabras, por mis manos. Hagamos un baile animal,
dancemos al compás de los latidos sin sentir remordimientos. Tenemos un tiempo
nuestro, un error de la realidad ¿Qué más vale si lo hacemos real?
Devoción, atracción por lo prohibido… condenándome la vida
sin objeción he tomado nuestros cuerpos y les he obsequiado nuevos límites. El espacio
es tolerante, pero nos encierra alrededor ¿Serás capaz de olvidarlo todo y
recordar sólo lo importante? Considerando que haya algo importante o algo que
olvidar.
Es ir a la librería y comprar los libros más grandes que
tengan, los más pesados, llegar a casa y colocarlos encima del pequeño cuaderno
en el que anoto mis emociones para que cuando me cruce contigo estos no puedan
salir. Para que cuando hable contigo pretenda no tener que decir, cubriendo mí
silencio al escucharte. Estar feliz, como si nada me faltara.
Es tomar un par de cigarrillos y fumarlos en la azotea
comprimiendo la pena, dejándola salir del cuerpo coloreada de blanco viendo
como me estalla en el rostro. Ninguna bocanada carece de sentido, amor. Tan solo
el aire que cambia de color puede llevar a ti mis buenos deseos esos que por no
molestar no te los digo. Lo que hago por ti… es desaparecer. Mantenerme a distancia.
Es por eso que al ver tus fotos no te escribo, aunque me
guste verte feliz sería incomodo hacértelo saber, podrías malinterpretar lo que
ya está malentendido y sabe Dios a dónde nos llevaría todo eso. Lo que hago por
ti es no hacer nada. Es seguir mi camino en una diferente dirección,
preocuparme por ti sin que te enteres, es ayudarte haciéndote creer que no fui
yo, lo que hago por ti es no hacerme notar. No confundirte… Apaciguar mis
sentimientos hasta el punto de sentirlos tranquilos. Ya no emocionarme por ti.
Es seguir deshaciendo lazos que ya llevas desatados. No ser
parte de tu vida. Alterar mi memoria para no creer que haya asuntos pendientes.
Deshacerme de todo lo tuyo en el cuarto. No hablarle a una parte de mí. Es
cambiar de peinado, de vestido, de mi forma de vivir. Es pensar en ti solo
cuando estoy tomando para no recordarte a la mañana siguiente, para que el
dolor de cabeza detenga la depresión.
Es hacerle el amor a otra persona, ilusionarme de alguien
más. Es creer que es mejor. Lo que hago yo por ti es olvidarte aunque no sepa
por qué, es avanzar aunque no vea a dónde, es cambiar aunque no quiera hacerlo.
Lo que yo hago por ti es no decirme lo mucho que aún me
afecta tu partida y lo poco de sentimientos que me quedan…
Con el miedo en la punta de los dedos. El corazón latiendo
contra el pecho y la boca completamente seca. La temible emoción que te da el sentirte
vivo. Sentir el temor de los que
respiran al límite.
El viento del cielo entrando en mis pulmones de golpe, sus ráfagas
pondrán llorosos mis ojos o los mantendrán entreabiertos. Gritaré durante todo
el vuelo o encontraré por fin el lugar al que pertenezco. Tengo un terrible
miedo a las alturas, quizá vomite, lloré o me desmaye pero tal vez, solo tal
vez, surcar los cielos de esta ciudad en parapente sea la experiencia que
cambie por completo mi forma de ver la vida.
Desde que era niño siempre anhele esto. He escuchado que te
duele la cintura, que la postura es algo incomoda y el bamboleo lo es aún más,
pero una vez más ir a toda velocidad, sintiendo la tenacidad de sus músculos nacidos
para correr, escuchar sus bramidos como un eco por el cuerpo alucinándome un caballero
medieval tal como lo hacía cuando era niño. Hablar con la naturaleza, con todas
las formas en un solo acto. Ir a galope fue uno de los más atesorados sueños en
mi infancia y por las cuales respiro.
El mundo desconoce al mundo. Las personas tan metidas en la ciudad
olvidan que hay más lugares que conocer que solo calles y plazuelas de cemento.
Al arrullo de un río el olor de las praderas acompaña bien. El crepitar de la
fogata se vuelve la leña vieja de historias que ha saber de buena tinta ya se
han escapado. Bajo el rostro de la noche uno se siente tan insignificante, los
tontos miedos de que algo pueda estar acechando se vuelven inmanejables y al
despertar encontrarse enternecido por la mirada de la única mañana que me llena
de vida. La oportunidad de presenciar algo asombroso: Una flor extraña, un
animal salvaje en el camino, descubrir algo que nunca nadie antes ha visto. Explorador,
aventurero, trovador… El alma de un artista me amalgama el corazón. Cuestiones de
valor por las que una vez más respiro.
Desafiante, inmenso, casi impenetrable. Su grandeza va
contra mi honor, mi orgullo de hombre puesto a prueba el esfuerzo y el dolor de
un reto aceptado. El sufrimiento no es nada comparado con las ganas de vencer,
de ganar. Soy terco, obstinado, una mula sentada en el risco, queriendo
escalar, esquivar, golpear, acertar. Estoy jadeante frente a la victoria. Tensando
los brazos al extremo para sentir recorrer esa fuerza sobrehumana que a veces
se apodera de estos momentos. Palestra, esgrima, box, kun fu, tenis, arquería. Los
torpes y descoordinados movimientos que tuve cuando joven emulando a mis
personajes favoritos de ficción van tomando significado. La conjunción de mis
deseos tan cerca de mis ojos… tantas cosas que han llenado mis pulmones con más
que solo aire.
Lo siento en mis manos. Ese hormigueo ondulante que no cesa.
Las dimensiones de mi pecho se expanden… más y más, mis pupilas se dilatan
¿Será todo como lo imaginé? ¿Será mejor? El aire que ya no colma mi vida me
distrae… Aprendiendo a respirar más que solo aire quiero encontrar con todas
mis fuerzas una manera diferente de vivir. Una que solo yo tenga…
Los días de secundaria transcurrieron sin mucha emoción, así
al acabar mi último año me percaté de que mi círculo social había cambiado. Con
el tiempo la gente popular me fue encontrando menos interesante y las personas
que antes ni siquiera había reparado en ver fueron a quienes más me iba acercando,
imagino que mi madurez en algunos temas me hizo menos divertido.
Ser un alumno de intercambio el último año debe ser algo muy
duro pero también debe llevar una razón muy importante. Su nombre era Alhelí,
era una chica de contextura delgada a veces
parecía ser algo enfermiza. Sus cabellos largos eran de un castaño muy clarizo y
al final de la frente a la derecha se podía notar una hebra de cabello lila que
muy seguido solía ocultar recogiendo su cabello tras su rostro.
“Alhelí tiene los ojos claros, marrones claros, casi cafés,
la verdad nunca he sido bueno para identificar ese tipo de cosas, solo te diré
que eran muy silenciosos, al igual que sus palabras y su forma de andar”.
Casi afueras de la ciudad había una casona que nunca había sido
habitada, por lo menos no hasta ese momento. La familia de Alhelí se instaló
los primeros meses allí, al parecer era de unos familiares lejanos. Al cabo de
unas semanas la casa fue recobrando poco a poco su color inclusive el pequeño
vivero en la parte de atrás fue reconstruido, se decía que era la misma Alhelí quien
empezó a cuidar las plantas y flores del lugar. Muchas veces al llegar pude percatarme
de rastros de maleza en su mochila, sin olvidar claro su inconfundible
fragancia a rosas.
Con los días la gente del pueblo comenzó a acudir a ella. La
noticia de que sus flores eran muy hermosas no era mentira y esto hacía que las
personas se acercaran a preguntar por ellas. Muy pronto el vivero en la casa
Macheri se volvió uno de los atractivos de la ciudad.
“La vida debería ser feliz y alegre… y llena de color… como
las flores ¿No lo crees así?”. Un día que por encargo de mi madre fui a pedir
unas flores Alhelí me contestó con esta pregunta. “Creo que si alguien puede
entenderlo quizá seas tú, mi padre solía decirme eso. Él era amante de estas
flores, por eso me nombró como una de ellas…”.
La chica de las flores como tan tiernamente se le comenzó a
llamar fue ganándose el cariño de todos en el salón y aunque siempre mantuvo su
andar tranquilo y prefería no ser el centro de atención a veces resultaba ser
inevitable. Ese año la escuela tuvo a la reina de primavera más linda de la que
yo pueda recordar. Al terminar ese día, cuando nuestras conversaciones y
visitas ya habían sido tantas como para estar un momento a solas nos dirigimos
al vivero para platicar entre fragancias y colores.
“Si te disgustaba, no debiste aceptar la invitación…” “No es
que me haya disgustado, es solo que no era necesario dedicarme tanto esfuerzo
además todos parecían tan encantados con la idea que no podía negarme” – Si las
razones pudieran hacer mella en esa cabeza suya hubiera continuado la idea,
pero Alhelí era una de esas personas que son capaces de sacrificarlo todo con
tal de ver feliz a los demás. Una analogía que para ese entonces ya había calado
en mí antes.
“¿Por qué cuidas tanto las flores?” “Porque eran los regalos favoritos de mi
padre, él solía decir que la vida se formaba por un puñado de emociones y de
buenos y malos momentos que al final siempre nos hacen sonreír. Para él las
flores eran la metáfora de todo aquello en lo que creía, cuando murió llevaba
un puñado de sus flores favoritas con él…” Me quede helado, en ese instante pensé
– No debí tocar ese tema – Pero ella notó mi desconsuelo.
“Descuida, tú me recuerdas a él… La noche en que se accidentó
iba en su auto afuera de la ciudad con un par de maletas en la cajuela
acompañado de una de las amigas de mi madre. Esa noche mi papa nos estaba
abandonando…” “…” “No lo tomes a mal él fue un gran padre y un buen esposo pero
cada que estaba con él podía verlo en sus ojos, lo mismo que veo en ti… una
profunda tristeza… la mirada al vacío, los ojos de atardecer. Mucho tiempo lo
odié, no entendía lo que pasó pero en aquellos días mi madre me confesó todo,
que esa amiga fue su primer amor y que en su ausencia ella se acercó a mi padre,
los tres eran amigos y aunque mi madre sabía que el aún pensaba en ella no pudo
evitar enamorarse ¿Es curioso cómo las personas se acostumbrar a cierto tipo de
emoción, no? Por muchos años mi padre creyó amarnos pero ella regresó y esos
ojos que por momentos se ausentaban comenzaron a explicar su nostalgia. Al
menos su último momento lo vivió con la persona que amaba… eso me reconforta un
poco”.
“Por eso aunque no haya sido mi culpa cuido de estas plantas
con la misma devoción con la que me hubiera gustado cuidarlo a él. Es lo que me
dejó… nuestros recuerdos felices están entre estas flores. Por eso te pareces a
él, porque en tus ojos puedo ver que tú buscas algo más allá de lo que puedes
ver, tienes esa tristeza en la mirada,
en tu andar. Douma, yo no sé lo que tu hayas perdido pero en verdad deseo que
lo encuentres, porque al igual que yo nadie estaría dispuesto a verter sus emociones
en un pozo de nostalgias…”
- Alhelí, aquella niña de piel clara y recatadas palabras estaba
en lo cierto, en todo este tiempo conociéndome advirtió mis lagunas, mis
momentos de silencio. Te notó a ti, entre las hojas… entre tanto aún sigues tu…
aún sigo protegiéndote… -
“Amapola… la flor que llevaba mi padre aquella noche eran
flores de amapola… ¿Sabes lo que significan…?”
“… La amapola es la flor de la individualidad, de aquellas
personas que son amantes de la vida, las personas que nos atraen y nos
apasionan y de los que hacen un mundo mejor pero que de ningún modo debemos atraer a
nuestro lado porque en su naturaleza se destruye o nos destruye. Es una flor
que seduce, pero que nos aleja…”
Desde cuando comenzaste a formar parte de mí, de mi manera
de ser. Mientras me alejaba del vivero sentía la cabeza estallar, había tanto de
esa noche que no estaba bien. Sus palabras, la historia de su padre, su manera
de ver la vida, de verme a mí. Sin siquiera saber si estaba del todo en lo correcto
llegue mi habitación con un sinsabor en
los labios. “A pesar que deje de nombrarte todavía siento por ti sin que me
pese…”. Alhelí y yo terminamos la secundaria
juntos, no hablamos mucho de aquella noche y aunque se volvió muy buena amiga
mía después de la graduación no la volví a ver y no la volvería a ver si no hasta
ahora, hace un par de días, siete años después. Cari ¿Será esto una buena
señal?
Nota a pie de página: Es hora de una nueva temporada...
Si me vieras hoy, me pregunto si… seriamos amigos, si me
invitarías a algo más. Lo admito, lo mucho que he cambiado, lo que puedo atraer
o lo que sigo rechazando. Lentes de superhéroe, una expresión un poco tonta…
“Un escote. Labial, tal vez no lo note…”.
Han de ocurrir aquellos días que tan celosamente guardaba en
la memoria, más que de los abrigos, el paisaje cubierto de lluvia que imagine
entre sueños, lo cuidaba de tu ausencia.
En la mañana el cansancio se impregna de un perfume que me
hace padecer. Sigo buscando tu regalo
algunas veces… esa gorra de pintor que siempre quise darte. Es el aroma del
café y de las sorpresas que tanto evité idear. Las realizaré de todos modos,
sino a ti, a alguien más, como son, a quien sea, es imposible que puedan
fallar… No obstante, todavía no las hago…
El cabello más corto de lo que me quedaba ya era demasiado ¿Había
necesidad de sumarle a eso una cara tan poco agraciada? Contextura delgada (Más
bien flaca) de uniforme, con problemas de estética y un habla no tan fluida. A
veces me pregunto cómo le hice para afrontar todos esos años con tan pocas
herramientas.
“Sin tacones, no es que ahora me gusten es solo que ahora
puedo notar la diferencia. La cara lavada, un par de pegatines en las orejas.
Con el cabello amarrado, con cerquillo. Con nada más que mi sonrisa y algún
dato curioso que mostrar: Unos hoyitos, un lunar, unas pecas… Me pregunto por
qué se fijaban en mí en ese entonces…”
Camisa a rayas, lentes negros, mocasines de cuero, horario
de oficina, cansancio de oficina, mirada enrojecida, comida a delivery, mi
semana son los fines de semana, un mal dormir, un buen beber. Amigos del
trabajo, un tanto diferentes a los amigos comunes. Amigos del colegio… ¿Será que
solo fuimos eso? Vale, aunque eso para nada es poco.
“Laceado japonés, lentes de contacto, vestidos de oficina,
por más que intento las arrugas en el ceño no se me van. Tal vez me he vuelto
renegona. Agenda en la cartera, cepillo y pasta dental. Perfume de channel ya
no tomo a hurtadillas los de mi madre ¿Aún te acordarás de esa historia? Un
celular que ya nunca para de sonar. Tal vez debería apagarlo, pero ¿Y si pasa
algo importante…?”
En lo alto de mi techo a la medianoche, los edificios, el
distrito más alejado del norte, el frío, mi terquedad ¿En cuál de esos
recuerdos estas tú? ¿A qué dirección debo mirar para poder encontrarte? Lo que
antes me preguntaba. La ingenuidad de tantos años, proyectos que perdí en la
madurez ¿Qué tanto habrás perdido tú…?
“Y qué si no me veo igual, no creo que él tampoco lo esté,
luego de tantos años es natural cambiar. Ser más listo, más mona, menos crío.
Si no resulta grato uno se puede retirar. La excusa de una emergencia en el
trabajo es siempre la menos hiriente. Me siento preocupada…”
(“Los cerezos aquí son lo más bello en la ciudad…”). Tal
cual lo leía en aquellas cartas, lo veo ahora. Cari, sus pétalos alfombran las
calles creciendo una tentación a cada paso. “Podríamos recostarnos en cualquier
lugar yo a pintar y tú a escribir…”. Gracias a esas palabras tuve los mejores
sueños de mi vida aquella noche.
“Siempre supe que tu nombre quedaba genial para un escritor.
De alguna forma, aún sigo esperando a que te animes, aún me gustaría saber de
ti… indirectamente… siempre quise conocer tu intimidad, lo que no sabías contar
en tus momentos de silencio, en los que me hubiera gustado abrazarte…”
“Para conocerte”. Para tenerte “Para saber que hay una parte
de mí que nunca cambiará”. Porque quisiera que así fuese. “Porque hay cosas que
quisiera llevar siempre en la memoria”. Porque tuve anhelos que aún quiero
vivir. “Por eso...”. Dame más velocidad… “Dame más certeza”. Porque hay cosas
que presiento de esta vida…
Coge una manera dulce de mirar, tira un par de mis papeles tristes al suelo, salta hacia mí sin la menor intención de saltar de regreso y en alguno de esos momentos me veras con una expresión de claridad. Cómo puedes ser tan niña, cómo puedes aceptar mi seriedad y volverla tu alegría. Cómo puede enamorarme tanto tu manera de jugar.
Camina por el parque junto a mí, golpea tu cadera con la mía intentando sacarme del camino. Consíguelo. Búrlate de mí y vuélveme a mirar. Fija sobre mí esos ojos que siempre extrañaré. No me prestes atención, digo tantas cosas que no entiendes, dices tantas cosas que no me preocupan. Cómprame un helado sin que te lo pida, hazme sentir mal por ello. Cómo puedes ser niña tan niña, como puedes usar esos vestidos sin que te queden mal. Te quedan genial. Más que la apariencia creo que te gusta el viento, el viento sin malicia que acaricia tus rodillas, que sopla por tu cuerpo y suspira en tus mejillas. Toma estas, mis pocas ganas de hablar y conviértelas en rimas (como ahora). Respóndeme ahora ¿Qué tan difícil puede ser colarme en tus vestidos cuando no me ves? ¿Qué tan loco es sentir celos del aire?
Pelea conmigo. Si lo vas a hacer grítame que tienes razón aun cuando ambos sabemos que no. Enfádate conmigo, hazme unos pucheros. Nunca he sido un buscapleitos, pero no importa que tan calmado sea tú siempre sabes hacerme enojar. Confróntame como lo haces. Ponte caprichosa, engreída y sin cruzar los brazos todavía déjame engreírte. Recuéstate en mí. Tomate una foto conmigo aun sabiendo lo malo que soy para las fotos. Consérvala, aunque no me guste… lo importante es estar los dos.
Diles a todos sin decirlo lo mucho que me gustas, usa esas viñetas que nunca entiendo. Lo mucho que te extraño cuando no estas se puede resumir en una de ellas. Di que te encanta cuando digo lo mucho que te quiero con palabras sencillas. Di lo poco que te importa lo mucho que me esfuerzo cuando lo trato de decir con frases complejas que simplemente no te gustan. Luego de hacerme saber lo diferentes que somos me besas, me tomas de la mano con algo de inocencia, de hipocresía a la vida. Lo que hay que saber no lo sé contigo. Pero lo puedo sentir.
Domina con tus muecas mi indomable buen humor, háblame de la vida con tu voz de niña, muéstrame la madurez que hay detrás de esos vestidos de colores. Sé más seria, formal, impávida como cuando me preguntas que te queda mejor, como cuando no crees en el juicio que te doy. Sé nada de lo que antes dije, quien sería yo si tratara de cambiarte y para empezar ¿Por qué lo haría?
Si fuera un buen hombre con un buen corazón doblaría mis camisas contigo, tendería la cama, te haría el desayuno. Si fueras una buena mujer cocerías mis botones y no solo los harías volar, cocinarías de vez en cuando y no solo me darías órdenes de cómo hacerlo. Si fuéramos así mis lapiceros nunca perderían su tinta y tus vestidos nunca hubieran salido de la tienda. Que aburrida sería la vida si tu no fueras niña y yo no fuera lo que soy. Dicho sea de paso ¿Sabes quién soy?
Un día tú y un día yo. En tu maldad y en tu sonrisa soy aquel que las cree no siempre tan fingidas, tan indefensas. En tus rabietas soy la almohada de tus golpes. Soy en tus antojos lo que no puedes conseguir, tus dudas en el rumbo de la noche… La danza en tus vestidos, la tierra que mueve tu baile. De alguna manera tú y yo nos vemos bien, nos llevamos mejor. De todo lo que dije antes creo que eso es lo importante.
Nota a pie de página: My shadow days are over now...
Serán mis buenos deseos mi única manera de acercarme a ti… Las hojas de tallo rojo que apenas florecían las primeras semanas de setiembre ahora se ven marchitas. Ha pasado casi un año desde que abandonaron su color.
Los niños de primaria que antes nos veían pintar la tarde en sus columpios a escondidas ya no me preguntan si somos novios. Ahora me preguntan dónde estas. Su forma más precisa de hablar me hace comprender de nuevo, que ha pasado mucho tiempo.
Como te mencioné alguna vez, la gente del salón ya no nos fastidia, ahora tienen otra novedad. Solo las chicas que ocasionalmente me preguntan por ti, me preguntan además si pasó algo entre tu y yo, pero como ya imaginarás no les he contado nada. No creo que sean las indicadas.
Sobre el tejado de madera, debajo del árbol cerca al parque, en la tienda de los helados, por el boulevard al lado de la plaza, bajando el puente, un lugar perfecto para el atardecer. Todos aquellos, nuestros lugares favoritos, parecen verse algo diferente. Inclusive el aroma liviano de cemento en la lluvia de ciudad que tanto solía agradarte respirar creo que huele diferente. Comienzo a creer Cari, que empacaste mis sentidos en tu maleta.
El camino de regreso luego de las clases va largo hasta perderse del otro lado de mi vista. No recuerdo desde cuando comencé a contar las piedras, las grietas, la rutina de quienes pasan alrededor de mí. Entre las 6 y 7:35. Mis maneras de pasar el tiempo en esta parte del día son escribir y leer lo que me escribes. Cuando se apaga la tarde y llego a casa tengo la sensación de haber platicado contigo ¿Será verdad que los trenes de allá llevan tantas personas Cari? ¿Serán verdad las historias sobre aquel puente?
Como es costumbre aquí en el pueblo han inaugurado el festival del río. Como cada año en esta semana las actividades empiezan con fuerza, las personas ya se muestran por las calles con los atuendos de colores típicos de nuestra localidad. Las bengalas en la noche son el broche de oro ideal para las celebraciones y las danzas. Los colegios compiten para ver quien es el mejor en el carnaval. Esta vez quedamos en segundo lugar. Nos esforzamos mucho, Cari. Ganamos en el baile y en los concursos de velocidad, si seguimos así estoy seguro que el próximo año nos llevaremos el trofeo a casa. Si es así, te prometo tomarme una foto con ella y enviártela, seguro te gustará mucho.
Hoy es domingo, ya casi va a oscurecer y para terminar el festival todos los estudiantes de todos los colegios estamos en la cuenca del río cada uno con un velero. Se dice en el pueblo que si amarras una vela en un velero de papel y madera y lo dejas navegar por el río sin que este se llegue a apagar tu deseo más anhelado se cumplirá. Quizá la razón por la que solo los estudiantes hacemos la tradición es porque los adultos saben que eso no es verdad. Eso era lo que pensaba. Cari, los adultos no pierden la ilusión solo entienden que los deseos se vuelven con el tiempo metas por cumplir y el alcanzarlas depende únicamente de ellos y cuando no lo hacen entristecerse es algo inevitable. Los veleros en el río son tantos que por un momento imagino el mar, las costas de una playa, un velero de verdad. Tan grande que sea capaz de llevarme a cualquier lugar, al lugar al que más quiero llegar… Soy un niño todavía Cari, no puedo evitar volar la mente. Los miro, miro a los adultos que nos miran y quisiera estar ahí con ellos ¿Sabes que es lo que carga mi velero? ¿Dónde quisiera estar…?
La noche cubre lenta. Las velas que a lo lejos permanecen encendidas parecen reflejar las estrellas. Al final del festival uno debe contemplar las luces hasta perderlas de vista. Sin embargo yo prefiero marcharme y no mirar atrás. Un mar de velas debe ser algo muy hermoso de ver, pienso, pero el admirarlas tanto tiempo no me traerá felicidad. Serán mis rutilantes deseos mi única forma de llegar a ti… esa noche, por segunda vez Cari… quise que no fuera así.
Nota a pie de página: Nada como ver tus origines para encontrarte con nuevos motivos ¿verdad?