… Recuerdo estar
recostado detrás de las sombras cuando están aun eran rayos de luz, recuerdo
desprender del polvo de estrellas mis zapatos de tierra antes de comenzar a
levantarme y recuerdo que las nubes me mostraban siluetas de formas mortales
para intentar animarme. Yo… cada vez las distinguía menos
Y moldee el camino
cuando aun era incaminable y arrullé el crujido de mis pasos llamándome al
andar… pues yo anduve, yo andaba y andaré.
Y sentí por primera
vez al viento siendo viento y contemplé al olvido volverse nostalgia (tan
callada) y probé el cansancio moteado de amargura y acaricie la inmensidad de
las playas con sus orillas tentadas por mí… Y pensé en pensar, en caminar… y
caminé y caminaba…
Y admiré al rió al
volverse montaña, adoré a la luna que movía el mar, y respete a la suerte por
el simple hecho de estar allí por obligarme a hacer cosas que no sabía que
podía y por acompañarme hasta cuando ya no podía.
Y hallamos un bosque de sentimientos que apareció
frente a nosotros y ahí fue donde se marchó, no la he vuelto a ver y es que aun
la espero (en cierta forma).
Y percibí que este
bosque tan espeso quería aliviarme, consolarme… permitiéndome entrar… y yo
entré. Y eso me hizo soñar, soñar que soñaba, aunque no soñé nunca.
Y seguía y avanzaba
y olvidaba… y se inventaron las rocas para advertirme en dónde ya había estado
e hicieron el hielo para que me viera envejecer en el y se movieron los cielos
para confundirme y se creo la lluvia para mostrar que no me querían y se formó
la nieve para explicar que nunca amaría… Y así llovió y nevó toda mi vida…
Y la soledad se
rebelo a mi destino y el silencio se enfrentó al azar y yo me dormí y yo me perdí
y regresó la nostalgia y desperté al odio y encontré al rencor… y ellos me
dijeron: “El tiempo pasa…” – “Si…” – respondí – “Pero no tanto…”.
Continué. Llevando
conmigo un rencor perpetuo, un silencio maltrecho, un odio que invita y una
soledad subversiva… y no me importo… y no les importaba.
Nunca halle el
manantial azul de las estrellas ni el
lago de aguas tranquilas que se hace llamar “paz”, ni a esa llama cálida y diáfana
a la que llaman esperanza ni me tope con esa sustancia efímera a la que
denominan amor, aunque tal vez siga buscando (si lo hice) pues aun sigo andando,
caminando, vagando, viajando…
Y vague tanto que
el frió se acostumbro a mi
Y anduve tanto que
las huellas comencé a perseguir
Y merodee tanto que
el sol empezó a ocultarse para descansar de mí
Y caminé tanto que
el horizonte se acostumbro a seguirme
Y
así fue, así es, así será.
Desde el principio
del tiempo hasta el fin de los días.
El eterno
resplandor de una mente sin recuerdos…
Nota a pie de página: Mis años de universidad en oda a esa gran película...