viernes, 20 de agosto de 2010

Escritos de Fuego Nº 9: “PARA QUE NO ME OLVIDES…” (Post – 47)


He estado algo triste estos días preguntando por qué las luces de la ciudad siguen parpadeando para mí mientras unas pequeñas nubes negras me persiguen con un afán ya satírico. Escapo de mi mismo por un poco de redención, se que lloverá pronto así que trato de buscar algún refugio sin saber que dentro de el ya estaba ella, la reconocí, sus ojos empequeñecidos por el frío me miraban fijamente. Es curioso como quise ser mi propio abrigo, aquel que le dí por cortesía y que empezaba a calentar su cuerpo; como quise ser el aire que nacía de su boca y mitigaba sus mejillas; el seductor sonido de su voz que hipnotizó mis sentidos cuando la sentí decirme al oído “Te gustaría un poco de libertad”.

Vislumbro alrededor los celos de las pálidas personas que nos miran al pasar, el contento suicida de la niebla que se ve penetrada por nuestro calor, como una vida tan hermosa puede excitarse en mi mirada, con mi voz. Tras la puerta su incesante coqueteo provocaba mi pasión, no me hubiera importado arrebatarle su osadía en ese preciso instante, calmar mis ímpetus y sus ansias, pero la puerta del ascensor nos sorprendió a los dos. Pero no del todo, ella tira de mi camisa y me lanza a un lado; yo hechizado, la tomo por la espalda y la presiono contra el elevador, respiro en sus cabellos, le quito mi abrigo y le beso el cuello con frenética codicia; ella no quiere perder y en seguida se voltea y cuela sus manos dentro de mi ropa aprisionando nuestros cuerpos que batallan más rápido de lo que la mente puede proponer. El ambiente se acalora, ese pequeño cuarto no es suficiente para los dos, pero llegar más allá de este es demasiado ilusorio, sin embargo todos sabemos lo inoportuno que puede ser la suerte en momentos como este. La puerta del ascensor nos sorprende otra vez, en menos de un segundo tratamos de cubrir todo lo que normalmente no se ve y un pasajero más sube al elevador, algo desconcertado se coloca delante nuestro sin decir palabra; ella totalmente en celo maldice su existencia un par de veces mientras en represalia a mi sonrisa comienza a recorrerme la pierna con sus manos sin importar si este sujeto voltea o no; yo, excitado, la cojo de la cintura y le muerdo el hombro entre besos.

Fuera ya del ascensor abrimos a duras penas la puerta de la habitación, las manos ya no responden, con los músculos del cuerpo tensados ella desbarata mi cabello, sofoca mi boca con sus besos, despoja mi cuerpo de sus ropas, acaricia mi pecho, mis brazos, deleita mi cuello con su lengua. Yo cierro la puerta tras de mi, recibo su goce encantado, la desnudo, alzo su cuerpo sobre el suelo y la llevo a la cama, cubro sus deseos con mis ganas, la beso en el cuello, en los hombros, en los senos, bosquejo la delicia de su cuerpo con mis manos, con mi aliento. En el vaivén de los momentos su atracción fue mía, su cintura ardía, sus fronteras quemaban, ella arañaba y enterraba sus uñas en mi espalda, yo bebía y mordía el elixir de su vida por todo su cuerpo, ella anhelaba aspirar las bocanadas de aire a vapor que llenaban el cuarto, yo solo anhelaba que su cuerpo humedecido impregnara de su aroma el mío cuando un orgásmico temblor sacudió nuestras ambiciones y nos dejo frente a frente en un idílico respiro. Lo cautivante del encierro y del momento es que ella aún quemaba.

Tiempo después, en efecto, comenzó a llover; el chispeante patinar que los carros por la acera enmudecía tras el empañado cristal de la ventana, con los dedos trate de dibujar lo incitante de su cuerpo desnudo en la cama pero sentí que mi mera aproximación sería solo un insulto así que me plací con solo con mirarla (No me gusta fumar, pero reconozco lo romántico y agradable que sería tener uno ahora). Refresco mi memoria con una ducha pero aún no recuerdo muy bien quien soy yo ni quien es ella, ni si somos amigos, amantes o dos simples extraños con frió es este cuarto pero no pretendemos averiguarlo. Al salir del baño, ella guarda sus cosas en su cartera y yo me visto la camisa de botones rotos con algo de orgullo, al terminar me acerco a ella, le tomo del rostro y le doy un tierno beso en la boca, ella además me da uno en la mejilla.

Al bajar y salir del hotel cada quien suelta una excusa por educación de porque no nos vamos juntos, aún llueve, así que yo le ofrezco mi abrigo para que se lo lleve pero ella se rehúsa diciendo que así estará bien, no replico, quedamos por cortesía en vernos pronto y nos despedimos con un último beso. Al escuchar mis propios pasos en la empapada vereda el frío regresa a mi, coloco las manos en mi abrigo y me percato de algo que no estaba allí. Una pequeña hoja de papel se queda entre mis dedos, es una de aquellas hojas perfumadas que trato de abrir delicadamente y que llevaba este mensaje para mi en letra color carmín “Para que no me olvides…”. Luego de guardar nuevamente aquella nota me fui doblando la acera intrigado, pensando en como hay cosas imposibles de hacer aunque uno quiera y como hay peticionas más fáciles de cumplir que otras.

Nota a pie de página 1: No apto para menores.

Nota a pie de página 2: Este es uno de esos post para los que me falta espacio.

sábado, 14 de agosto de 2010

Escritos de Ensoñación N° 7: LUNA (post – 46)


Nunca he podido dejar de ser tan errático, cuando joven, aún ahora suelo sentir esa necesidad innata de caminar, de correr, de viajar, esa necesidad de ver las cosas pasar, de sentir que el escaparate de la vida gira a mi alrededor, que con los dedos puedo tocar su lienzo sin desdibujarlo y que a veces soy capaz de impregnar en su manto un poco de mi esencia y sentirme parte de ese cuadro de manera inherente, intermitente, intangible porque es así como me gusta estar y existir. Un viajero no tiene muchas fascinaciones en su vida pues en él nada se queda lo suficiente como para desarrollar un sentimiento, pero si algo me puede atraer de esta vida sería la luna, su brillo, su lejanía, su compañía.

Luna es diferente (como me suelen cautivar), es atractiva, decidida y creo que escondidamente algo malgeniada. Luna, como su estrella (aquella que le otorga el destino) aparece repentinamente cuando por descuidado no miras al cielo, no tiene reparos en acercarse a ti, en apresarte y en hablarte de ella sin la mínima intención de saber de ti. Luna sonríe nerviosa ante mi sonrisa, inclina ligeramente la cabeza y me sonríe como si la hubiera sorprendido haciendo algo malo, malo seria que no supiera que me gusta su sonrisa, pero ella lo sabe, sabe que me agrada que lo sepa aunque quizá no sepa que yo lo sé. Luna se oculta varias noches sin importar si sigo caminando o no. Ella aparece cuando quiere y a mi me gusta que así lo haga; me da la libertad del viajero, aquel que no se aferra a nada no por displicencia sino por naturaleza y que comprende al final que lo único constante en sus pasos ha sido la luna, ese caprichoso destello que nunca lo abandona aunque suela estar distante y no siempre la pueda ver. Un viajero ama tanto la luna que la luna también comienza a amarlo a él.

Luna pocas veces me deja hablar y lo hace solo cuando chocamos palabras o cuando quiere mostrarme un poco de cortesía, una tierna manera de no sentirse maleducada. Mas luna aún no sabe que me gusta el silencio y más aún si lo adorna con su voz. Luna matiza su cabello negro como la noche con los halos color café en sus ojos, el café a mi lado refleja una luz blanca que metaforiza mis deseos. Luna esta conciente de su atractivo en mi (aunque no quiera enfrentarlo) y coquetamente lo usa para que le ayude y la espere, Luna se apena cuando la ayudo más de lo que ella esperaba y cuando la espero más de lo que necesitaba ayudarla. Ella no sabe que no puede engañarme y que soy yo quien decide buscarla aunque no me mueva, como siempre ha sido, un viajero lo es tanto que ya nadie sabe si es él quien sigue a las estrellas o las estrellas lo siguen a él.

La luna es hermosa, enigmática, embelesadoramente distante pero calidamente cercana. Luna detesta las mañanas y se queda despierta en las noches, Luna tiene esta expresión fuerte y segura que resguarda muy bien su fragilidad; esas que las nubes suelen tapar. Luna es desconfiada y autoritaria pero no puede ocultar su encanto cuando me escucha hablar de verdad, cuando ve que en unas pocas palabras soy único y muy diferente a los demás. Luna descubre sus defensas con mucho cuidado, quizá este equivocado, pero intuyo algo de soledad, de infelicidad que ella rápidamente oculta bajo un velo de premura, de agobio y de agitación. Yo siento que quiero aliviarla, como un viajero que no encuentra un mejor remedio para su compañía que contarle sus historias a la luna y esperar luego que en un soplido de la noche en la sabana, en los campos o en las lagunas, logré descifrar las historias de la propia luna llenando sus curtidos pasos. Yo solo quisiera que Luna confíe en mi, que pueda hacerla reír y que me pueda enamorar; después de todo mi estrella es la del viajero y la de ella es la luna y sus destinos siempre han contemplado un mundo justo antes de crearlo, antes de amarlo.

Nota a pie de página 1: Bienvenida Luna.

Nota a pie de página 2: Aun estoy decidiendo si el dia para los post será jueves o viernes... ¿Alguna sugerencia?

sábado, 7 de agosto de 2010

Escritos de Mar Nº 9: CAMBIOS DE RUMBO (post - 45)

Se acabaron mis vacaciones, nunca he tenido unas vacaciones más ocupadas, toda la noche fuera de casa, fuera de la cama. Bueno seamos sinceros lo prefiero así, es solo que los días se han ido volando y pareciera que termino con muy pocos o ninguno de los planes que tenia, concluidos. Vale, no es que tuviera muchos pero entre una cosa y otra no quedaba mucho tiempo para ellos.


Llegando de nuevo al dpa con un poco de resfrió y algunas ropas en la guitarra, trato de deshacerme de todas esas carpetas inútiles en mi Pc y hacerle algo de espacio al nuevo ciclo. Antes de eliminarlas les doy una mirada rápida por simple altruismo y para mi deleite distingo entre la multitud de condenados una pequeña carpeta que en su epitafio decía “Juegos para niños”. Abro el archivo con algo de nostalgia y me topo con aquellos juegos simples que no pesan más que un decente documento de Word. Me detengo en uno en particular: Ajedrez. Recuerdo que de niño nunca podía ganar, me aburría muy rápido pero ahora avizoro un momento de venganza, me digo: “Si puedo manejar y editar un blog, esto debe ser fácil…”


Comienza el juego, mis peones arremeten con furia, pero sus caballos los aplastan con garbo y arrogancia. En respuesta mis alfiles destajan con hidalguía a sus peones y logran derrumbar una torre. En un acto suicida sus propios alfiles se sacrifican para acabar con los míos y su reina sigilosa y traicionera escapa de la defensa de mis torres y arrincona al rey secundada por su último caballo. Mis peones se inmolan esperando un milagro pero con su líder arrinconado saben que la suerte esta echada. Termina el juego. Jaque mate. He perdido, maldición como pude perder otra vez. Claro, es cierto que no jugaba hace años y que estaba en difícil, pero creo que el ajedrez no es lo mío.


Tenía muchas dudas atiborrando mi cabeza mientras jugaba: Algunos días perdidos este mes, las nuevas clases en la noche, gente que no pude ver y gente que ahora veré menos, poner en Stand by una relación que me hubiera gustado continuar, retomar antiguas relaciones que ahora salen del Stand by. Como suele ser en cada cruce de caminos hay muchas dudas, expectativas e incertidumbre… pero son solo oportunidades. Dicen que las oportunidades llegan solo una vez. Mentira, cada escisión que enfrentemos implicará más de una oportunidad, más de una consecuencia, cada movimiento de ajedrez involucra una serie de posibilidades diversas, nada de lo que importa es fácil, es quimérico intentar ganar de una sola movida, es posible rehacer una jugada, pero es imposible recuperar una pieza perdida (bueno, casi siempre). Hay quienes se las arreglan muy bien en el juego ante la adversidad y el azar en contra, hay quienes luchan con miedo a la adversidad y suplicando al azar y hay quienes a puño cerrado se generar su propia adversidad y no creen para nada en el azar. Habemos quienes nos sentimos dueños del juego, habemos quienes nos sentidos alfiles, caballos, torres, reyes o reinas; habemos quienes nos sentimos peones y claro, también habemos quienes no nos sentimos ni siquiera dentro del tablero. La casualidad existe a medida de que nosotros creamos en ella, el destino existe a medida de que nosotros creamos en nosotros mismos. Una pequeña hoja de papel al cielo volará de acuerdo a como el viento la lleve, pero son sus formas y sus pliegues los determinaran cuantas vueltas va a dar y en que lugar del ancho mundo irá a caer.


En cuanto a las vueltas tengo la impresión de que voy girar más en este ciclo de lo que había pensado, si hablamos de en que lugar he de caer se los diré en cuanto empiece a ver tierra firme, estando ya cerca a los finales del segundo capitulo no sé si tengo más dudas que respuestas, me da pereza y algo de apatía contarlas, como yo lo veo y como suele escapársenos a veces, nada acaba para siempre, el termino de las cosas es solo el tímido comienzo del futuro, excusas para respirar más hondo y para saber que tanto hemos cambiado al final de una empresa. Tranquilo, que nada acabe en realidad no quiere decir que no tengas la oportunidad de cambiar, como ya lo habrás leído por ahí entenderás, al igual que yo, que al final de un mes y a comienzos de un nuevo ciclo… “Las cosas cambian, las cosas siempre cambian…”


Nota a pie de página 1: Comenzaré a buscar un nuevo día fijo para publicar los post en este ciclo.


Nota a pie de página 2: Feliz cumpleaños Gatito, ya te compensaré de alguna forma por no estar ahi.