Como tu cintura en mis manos. Así
creí tenerlo todo, a mi alcance. Como la fuerza que tenías al besarme así creí
que el mundo me alcanzaba, con dulzura, con suavidad con una pequeña mordida al
final.
Como la lindura que tenías al
bailar así pensé que nuestro amor sería tierno, con los dedos hacia arriba, haciéndonos
sonrojar. Un baile que no acabaría… o por lo menos eso era lo que pensaba.
Pero aquí estamos… Sin hablarnos…
Con barricadas de enojo y decepción en nuestras costas, sin dirigentes, sin diplomáticos
que aboguen por nosotros. Solo aislados, sin opción (ganas) a reclamos o
derecho a luchar.
Como el abrazo que no quise darte,
aquí estoy… Frío, falto de amor para ti,
con las manos mirando el suelo y un hoyo en el pecho cada vez más hondo.
Como el poco hombre que fui… allá
estas tú… Distante, inmutable, incapaz de mostrar sentimiento alguno, de
aceptar que sufres, de ver tus errores.
Pero así estaremos… Viviendo la
vida que no cambia, marcando sentimientos que no olvidan, entregando a las manos
de alguien más la baraja que se suponía nos haría ganar.
Como mis manos en tu cintura, cada
mañana al despertar, así creí tenerlo todo… Resuelto… O por lo menos eso era lo
que pensaba.