domingo, 6 de enero de 2013

Escritos de Viento N° 18: TELMO (Post – 90)

Día 1:


Telmo cubre sus ojos con un pliego de la sabana cada vez que el sol de la mañana logra despertarlo. Y aunque en realidad esto no sea suficiente para volver a dormir, lo hace porque puede que esto sea un sueño y tal vez si cierra los ojos un poco más pueda encontrarse nuevamente flotando de espaldas en el mar con pequeños salpicones de agua salada en el pecho contemplando un cielo sin horario o vagando nuevamente por algunas calles sin color, sin preocupaciones, como si hubiera nacido en el camino, sintiendo como el viento le recuerda ciertas canciones que solía escuchar en su niñez que son los sueños más recurrentes o con los que Telmo disfruta más. No obstante esos anhelos por lo general terminan con la amarga sensación del despertar y la inamovible idea de cambiar su cama de lugar pensado en cómo puede tener en su dormitorio ventanas tan grandes.

La rutina de la mañana la tiene ya tan arraigada que hasta aprovecha ese tiempo para dormir un poco más. Lo único que le preocupa a veces es la no tan necia probabilidad de heredarla a sus hijos. Sin embargo luego de unos cuantos golpes de agua en el rostro concluye que la idea es bastante ridícula. Como cada mañana lo que quedará de legado en él – define – será seguro su clásica  e irritante alergia.

En el desayuno de Telmo no hay lugar para un buen juego, un par de buenos panes o un café. Telmo vive solo, su trabajo comienza a las 8 y su universidad a las 6 así que un poco de té con unas tostadas con mantequilla será suficiente por lo menos hasta las 10, hora en la que de seguro se podrá dar una escapada para comprarse algo de comer que le permita engañar a su estómago por lo menos hasta las 2. “No debo acostumbrarme a agendar mi vida” - Se dice- Empero hay una parte de él que cree que ya es demasiado tarde.

En su pequeño departamento Telmo tiene 3 cuartos. 1 es el baño, luego está su cuarto y finalmente un ambiente lo suficientemente grande como para ser su sala, comedor y cocina. Las paredes tienen el mismo color que cuando Telmo se mudó. El baño es azul cielo, su cuarto lavanda y la sala-cocina-comedor es de blanco marfil. Telmo viene queriendo remodelar y pintar su “casa” desde hace un mes, pero supongo que no ha tenido el tiempo de hacerlo todavía. Al final el único tiempo que toma para remodelar algo son los viernes en la noche, donde luego de una agitada semana pone algo de música en su laptop mientras levanta todas las ropas que tiro al suelo esos días, bota toda la comida que no pudo terminar a la basura y refriega en el lavabo todos los platos que dejo pendientes desde el lunes. A Telmo, como a todos, no le gusta hacer ninguna de estas cosas pero ha descubierto en su “Etapa a Solas” que hacer todo eso sin que nadie se lo ordene y a su modo es uno de los momentos que más disfruta en su estilo de vida.  “Es como si estuviera acomodando, limpiando o deshaciéndome de todo lo malo o bueno que pasó en la semana”. Telmo reconoce para sus adentros que gracias a su venturosa y bien ganada independencia se ha vuelto una persona más tolerante y optimista con la vida algo que le gustaría afirmar, algún día, logra ver en todos.

Nota a pie de página: Algún día encontraré esa camiseta...