lunes, 19 de julio de 2010

Escritos de Tierra Nº 6: MI TORPE MIRADA, MIS TONTAS PALABRAS (post - 43)



Mis frías manos se agitaban temblorosas en una típica tarde de invierno, el vapor que salía de mi boca en un exhalo intentaba estérilmente entibiar mis congelados dedos, mis ojos buscando distraerse iban de lugar en lugar indagando por algo interesante que husmear. En su mirada caían señoras conversando, novios caminando y niños correteando y saltando hacia una pared sin sentido. Como es ya costumbre en mi de entre todas las alternativas posibles mis ojos alojaron su mirada en aquella blanca y solitaria pared quizá la mejor opción para pensar en no pensar, para imaginar una gran hoja de papel en blanco, ese vacío que a veces parece infinito, esa nada que a veces parece esconderlo todo; un mundo sin color en el que es fácil abstraerse aunque consecuentemente los sonidos del boulevard se encarguen de traerme de vuelta solo para percatarme que ese punto fijo en medio de la ficción, una ficción blanca y solitaria, había sido reemplazado por la figura de un provocador escote que coquetamente se atrevía a desafiar al frió del atardecer y a la sigilosa tranquilidad del boulevard .


Al parecer mi mirada, perdida entre mis desvaríos, había tenido el azaroso tino de encontrar consuelo ante mi ausencia en los incitantes y pronunciados bordes de coral de aquella blusa color violeta ligeramente resguardada por una ceñida casaca jean. Consciente ya y en seguro control de mi cuerpo alcé la vista para saber cuanto la había estado mirando; ella, como era de esperarse, me estaba observando con una expresión no muy amigable que me daba una idea de cuanto la había estado importunando. Pero, por extraño que se lea, ella no dejaba de mirarme y yo por orgullo e interés no aparte la mirada; aunque mis manos tiritaban por el frió viento que traía la noche y su gélida brisa cubría aquel apretado escote con el vaivén de sus cabellos que rompían por momentos la excitante sugestión de su mirada en la mía, no nos movíamos, ambos teníamos la intriga de saber cual de los dos se rendiría al voltear primero… al apartar la mirada… resultado que al final, tal vez, sea mejor no decir.


Mis ojos son cansados, tristes, viejos, transparentes, irritados, con cierto desengaño y algo de profundidad… sin duda una mirada torpe que a veces busca ver más allá…


Descubriré algo, no debería decir las cosas que algunas veces digo, no debería acallar las cosas que en otras quisiera decir. Creo que las terminaciones nerviosas que conectan mi mente y mis manos son más finas y sensatas que las que conectan mi mente y mis labios, mis ideas en papel suelen ser más consideradas que aquellas que se pierden en un respiro. No obstante solo estas llevan el tributo de mi voz, de la melodía y la equivocación; aquella imperfección que nos hace más reales. Palabras tontas.


Hace 6 años un día de medianoche yo la acompañaba a uno de esos concursos de baile que solo pocas personas conocen y que no me interesaban en absoluto, mas ella estaba ahí asi que yo también. Juntos, de la mano, con frió, platicando; ella se detuvo diciéndome “¿No es un poco tarde para que llegues tu casa?“Yo la mire tratando de que no percibiera que mi permiso había expirado tres horas atrás respondiendo “No, no creo, aunque si me queda bien lejos” ella sonrió “Mejor deberías ir, yo vivo a la vuelta asi que esta bien si me quedo, además dentro de un rato llegan mis papas” Yo alcé la mirada “Me quedaré un rato más, quiero acompañarte, además si se me hace tarde siempre puedo regresar corriendo” ella se tomó el cabello para ocultar su risa, replicando “¿Por qué eres tan lindo?” titubeé “No lo sé” me pareció la mejor respuesta (a algo que ahora sé que no debería escuchar) Cinco minutos después salía de ese lugar con un paso apresurado solo para ver, luego, como ella me alcanzaba argumentando “Te voy a acompañar hasta la puerta”.


Y así lo hizo, y cerró la puerta tras de si para luego besarme efusivamente ante mi inesperada sorpresa. Yo no dije nada, ella volvió a entrar, yo me quede contemplando la puerta por un rato después di media vuelta y comencé a correr, a correr hasta mi casa, como le había dicho, aunque ella creyera que estaba bromeando.


Mis palabras son honestas, son casuales, traen problemas y a veces los enmiendan. Mis palabras son impulsivas, elegantes pero rebeldes; son bien intenciones pero mal entendidas. Mis palabras vienen del corazón pero son desordenadas y suelen llegar tarde. Mis palabras son tontas pero complicadas. Mis palabras son mías y al igual que mi mirada llevan ideas de lo que soy, ideas que se mezclan con el aire, con el timbre de mi voz, con mi rostro y el silencio, con las horas, mi perfume y la estación.


Nota a pie de página: He estado ocupado estos días, pero ya me libere. Asi que ahora habrá que nivelarse...

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