sábado, 14 de mayo de 2011

Tinta Séptima: UNA SEÑAL DE CUIDADO (post – 62)





“No soy perfecto. Aún sigo viviendo tratando de no lastimar a nadie. Aún hago las cosas deseando la felicidad. Soy egoísta. Aún quiero complacer a todos. Aún busco ********** ** **…”


Como parece, las cosas nunca han sido como al final quiere uno que sean, la mañana en la que planeas levantarte esperando hacer todas las cosas que tienes pendiente hacer, es la mañana en la que más cansado y con la que más flojera te levantas (si es que llegas a hacerlo). La ultima oportunidad para aprobar ese examen que puede salvar tu agonizante camino hacia el examen de aplazados o a repetir el curso, es el día en el que reniegas completamente de todo, en el que rebates la existencia de tu clase, tu escuela, tu universidad, de ti mismo y por supuesto de ese triste incompetente (la mayoría de veces) al que te toca decirle “profesor”. En ese momento crees que todo el significado de tu existencia se decide en si estudias o no para ese examen porque sencillamente no tienes ganas de darle viada a esa larga rueda del sistema académico del que (solo por ese día y solo en ese momento) ya estas harto solo para pasar un mísero curso que no demuestra en lo absoluto tu capacidad intelectual (argumentas tu) ni tu manera competente o no de solucionar los problemas de tu vida.


Finalmente cuando tratas de agradar a alguien, de preocuparte o de ayudarle en sus escabrosos conflictos emocionales con el único objetivo de hacerle sentir mejor y demostrar lo mucho que te puede importar no caes en la cuenta de que esa persona podría enamorarse de ti, no obstante a veces hacemos todo eso esperando que ese alguien se fije en nosotros y se enamore de nuestra presencia, de nuestro inamovible deseo de verla feliz. Sin imaginar, envueltos en una total ingenuidad, que eso ya es absolutamente imposible ¿Por qué? No lo sé, porque hay personas que simplemente van a regresar siempre al origen de todos sus males con una impulsividad suicida y una convicción que sinceramente es sorprendente. Aunque nos duela aceptarlo. ¿Entonces? ¿Qué pasó? ¿Qué hago ahora? Nada, solo cierra la boca y sécate los ojos, no es tu culpa ni lo uno ni lo otro, ni el primero ni el segundo pues como dije antes las cosas nunca han sido como uno al final espera que sean.


Quizá renunciar a tenerlo todo y ya no esperar por finales enteramente felices sea obtener poco a poco esa inverosímil e intangible prenda que solemos llamar madurez. Es una pena, pero, que a veces esa escurridiza madurez lleve más de tristeza que de felicidad. Es una pena ver a una virgen que llora, una niña con los ojos rojos aprendiendo a controlar su llanto, a no dejarse abrazar… a reprochar su inocencia. Es una pena ver como las personas cambian y estar ahí para notar el cambio y lo mucho que nos pueden herir así y lo mucho que podemos aferrarnos a su recuerdo. El principio de una mirada a los confines de un alma blanca ahora resquebrajada. Hay una señal de cuidado en todos nosotros, una señal que no se ve, que escondemos muy bien, que nos cuesta develar, una herida en nuestro costado tan honda y tan fuerte que al leve contacto podría hacernos morir.


Las cosas no siempre son como uno desea que sean y alrededor de las luces, las personas y los anuncios a todo color van caminando unas niñas con frías sonrisas, un hombre a saco y corbata, una mujer apresurada… corazones en reparación… todos nosotros en ellos… un corazón con señal de cuidado que nos prohíbe y nos previene de entrar en una zona tan intima y tan personal que al tratar de curarla sus heridas podrían reaparecer en nuestro cuerpo. Heridas símbolos de malos recuerdos, de esperanzas perdidas, de tantas cosas que vivimos y no entendemos. ¿Y yo? ¿Qué podría hacer? ¿Cómo podría ayudarte? Cuando acompañarte me parece tan poco, cuando no soy capaz de sanar tu dolor en un instante, cuando todo lo que te pueda decir ya te lo has dicho tú entre sollozos, cuando solo puedo escribir, cuando solo puedo esperar… una señal de cuidado. Cuidado con las cosas que pueda hacer, con lo que quiero (sienta) decir, con la forma de poder ayudarte. ¿Mi manera de acompañarte bastará…?


Las cosas no siempre son como uno quiere que sean. Siendo así… ¿Qué puedo hacer yo para cambiarlo… para seguir adelante…?


Nota a pie de página: Ahora los post se colgaran cada sabado exceptuando el ultimo de cada mes, como siempre.


No hay comentarios: