miércoles, 11 de noviembre de 2009

Escritos de Mar Nº 4: EL ABRAZO DE LAS AGUAS (post – 17)

Nieve, siempre he creído que hay momentos en la vida en los que debes tomarte un tiempo para mandar todos los problemas al diablo, para botarlos a patadas de tu mente y darte esa licencia (que nadie se toma) de reposar y mirar todo lo que pasa lo más alejadamente posible. Pero vale, todos sabemos que los problemas o desafíos nunca se van tan lejos y si los mandas al diablo éste no tardara en regresártelos enteros (tal vez más graves), pero lo que esos problemas duren tirados en el suelo (según la intensidad de tu patada) y lo que demore el diablo en subir hasta aquí con ellos nos permitirá apropiarnos de unos cuantos minutos para respirar, para calmarnos y aceptar lo bueno, lo malo, lo feo y lo bello que venga. Sin embargo he de decir que no siempre vienen todos los que he mencionados y no siempre logramos aceptar a tiempo lo que debemos aceptar y mucho menos hacer lo que queremos (o debemos) hacer. Quizá un motivo más para tomar todo el aire que podamos.

Pero el abrazo de las aguas no es soledad, el abrazo de las aguas es un “tiempo para estar a solas” lo cual es completamente diferente; es un tiempo para madurar, para naufragar, para rebasar de lado a lado la retahíla de quehaceres y decisiones que se vienen amparándonos en el escurridizo vaivén de las olas, unos cuantos segundos para perderse en círculos marcando a cada paso la misma “X” en la misma palmera como si fuera un juego, aquellos juegos que nos gustaba jugar cuando éramos chicos, cuando la máxima de nuestras preocupaciones era esperar que había para cenar o tratar de entrar a casa lo más sigilosamente posible para que mamá no se diera cuenta de que nos habíamos roto la ropa jugando “matagente” (u otro juego que recuerdes). El abrazo de las aguas es un tiempo para detenerse, para dejar de respirar agitadamente un instante y mirar el mar alrededor. Para contemplar la orilla y el horizonte un momento y descubrir que son la misma cosa, que en una isla la alta mar y la mar son lo mismo, que aquí puedes sentir el tiempo porque el espacio es infinito.

Hoy, ahora, es momento de traer los recuerdos gratos, de ver el futuro, salina irrealidad, tranquilo lugar que será siempre el mismo y no ha de cambiar, no ha de esperar, pero tampoco desaparecer tan solo llegará, buscando el viento, el silencio, lo que sea preciso para él, lo que nunca será diferente, lo que nunca cambiará sin importar que yo lo haga.

Pero en su más preciado momento es hora de partir, pues ya estas más tranquila y aunque sea un buen lugar para estar y visitar no lo es para quedarse. “Siempre he creído que hay momentos en la vida en los que debes tomarte un tiempo para ti pues vas tan atareada y tan atrapada por lo demás que te olvidas de quien eres (de todo lo que puedes ser) y yo voy tan ensimismado que suelo olvidarme de lo que es realmente importante y al final ambos terminamos robando (o rogando) un poco de tiempo, una decisión, una oportunidad”. La reflexión final del momento… Es aquí donde el agua se retira pues no aguanta la calidez y con la salida del sol baja la marea, el agua se aleja y descubre lentamente la tierra que se hallaba escondida, los caminos se revelan otra vez y con ellos los desafíos y las dudas. No hay más islas ya, pero tampoco más náufragos y al final de este tiempo siempre se regresa más seguro y más calmado. Nieve, el abrazo de las aguas ha terminado y es momento de empezar, nuevamente a empezar.



Nota a pie de página 1: Un escrito para enfrentar todo lo último que se viene. Fin de mes, fin de ciclo, fin de... ? (esperemos que no)

Nota a pie de página 2: La próxima es semana de descanso (bloguerro en vacaciones... jeje)

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