viernes, 8 de octubre de 2010

Escritos de Mar Nº 10: EL GUARDIAN DEL LAGO (post – 51)


“En los lagos del sur una doncella en sus aguas vive, su respiración lleva la fragancia del mar, su cuerpo fluye con la fuerza de una cascada, sus ansias cargan el sello de un castigo, un hechizo que nunca podrá romper por sí sola…”


Cada noche cuando los calmosos aires azulinos del lago yacen tranquilos en la bruma del invierno, un viejo pescador regresa de la mar en su pequeña balsa que con mucho empeño y sudor en el rostro empuja hasta las orillas del lago. Remando con sus últimas fuerzas llega al centro donde deja reposar las varillas y los brazos por unos minutos para finalmente echar el ancla por la borda y zambullirse en las tibias aguas que limpian su piel de la toda sal que por tantos años ha curtido su cuerpo. El viejo pescador no ve muy bien bajo el agua, sus enrojecidos ojos apenas distinguen el fondo, sus manos desorientadas dan zarpazos por doquier removiendo la arena humedecida desenterrando almejas y molestando a los peces.


El lago es muy grande para un solo hombre pero el pescador ha ido todas las noches por varios años y a veces parece que va a lograrlo. La vehemencia de sus brazos hace saltar los helechos desprendiendo de ellos un pequeño objeto que a pesar del moho que percude su superficie conserva un brillo encandilador. El viejo marinero lo coge con firmeza llevándolo a su fatigado bote. “-Es una gema preciosa -” se dice a si mismo porque en verdad lo era, una joya en forma de espiral empedrado de diamantes que poseía un brillo inusual, un brillo que invitaba y que invitó a las aguas a enturbiarse, a revolverse frenéticamente y a brillar también, a brillar con un fulgor afín, un resplandor que se convirtió en cabellos, en piel, en rostro, en senos, en cintura, en cuerpo… una hermosa doncella apareció de las aguas frente al pescador que atónito contemplaba su belleza con miedo y encanto.


“Miles de años aguarde a que algún errante extranjero encontrara mi preciosa gema, mi destino atado a esa joya puede acabar, el día ha llegado…” el viejo pescador no creía en sus ojos o en sus oídos, el siempre pensó que la tierra era de los hombres que seres mitológicos solo vivían en las historias y en los cuentos de los viejos; no podía creer su existencia, la ternura de su voz o sus palabras; tembloroso y con recelo respondió “-Como es que un ser tan mágico no pueda encontrar un pequeño objeto en sus propias costas-” “-Porque solo puede ser encontrado por aquel que no lo busca, extranjero-” La dama del agua prosiguió “-Hace muchas centurias fui exiliada de mi reino a los confines de este lago por una traición, esa joya es el símbolo de mi castigo y solo al tenerla puedo ser libre…-” el pescador criado con relatos de sirenas que seducen a los hombres para después ahogarlos pensó su respuesta pues este no era el mar ni ella una sirena.


“-Solitaria doncella… no es mi intención obtener riquezas, la beldad de esta gema es abrumadora pero no es lo que busco, mi propia joya es una más sencilla y nada ostentosa, es solo un pequeño dije con la imagen de una mujer en ella. El collar de mi pequeña hija…-” La ninfa del lago con el agua surcando sin parar su silueta reacciono extrañada pero con una tímida esperanza en los ojos “-Si ese es tu deseo hombre de las orillas yo podría hallarla porque el lago es mío y yo puedo sacar de el lo que quiera aunque no pueda redimir mi castigo-” Viendo en el rostro del pescador una hendida expresión de felicidad la ninfa sumida en una insólita sensación de confianza se animó a preguntar “-¿Por qué busca un pescador como tú un objeto así?-” El pescador temía que la dulce voz que escuchaba fuera el tan mortal canto de las sirenas del que tanto hablan los marineros pero en su apacible melodía el duro y zafio pescador de ásperas manos y ceño fruncido sintió en su vasta ignorancia un hálito de tristeza, la melancolía de una vida que lamenta sus latidos a la luz de la luna, una dulce tristeza que matizaba la resonancia de su voz. El pescador creyó sentir en su lamento las olas de su propio corazón, el vaivén de aquellas lágrimas que alguna vez pensó dejar al lago pero que la sequedad de su rostro impidió. El apesadumbrado pescador respondió al llamado del lamento con el suyo “- Yo adoro el mar, adoro viajar y sentir la brisa salina por todo mi cuerpo quizá fue por eso que nunca fui un buen padre o un buen esposo. Mi mujer era muy bella y muy paciente conmigo, sabia de mi pasión y me entendía, pero una maldita enfermedad se la llevo hace muchos años un día en el que no pude despedirme de ella, el dolor aún me cala el pecho en estas noches de invierno. Mi hija, que la vió partir, solo tiene como recuerdo de ella un pequeño dije con la única fotografía de su madre, aquel collar que perdió hace años la entristeció como aquella vez, yo la miraba y parecía como si su madre hubiera muerto de nuevo. No he sido un buen padre pero si puedo encontrar ese collar, si puedo detener su tristeza…”


Solo esa noche la dama del lago entendió que también podía llorar por alguien más, con un respiro la ninfa agitó las aguas y una pequeña gargantilla salio del fondo del lago hacia sus tersas manos “- No puedes ofrecerme mi propia joya, el hechizo no se rompería, la joya del mar debe ser intercambiada por un objeto de igual valor para aquel que la posee ¿Estas de acuerdo el cambiarla?-” el pescador la miró realizado mas dudó, no estaba seguro ¿No era lo que quería? ¿Qué deseaba entonces el pescador? “- Al principio – comenzó el pescador – pensé que eras una de las sirenas, pero en verdad eres la ninfa de los lagos, he escuchado historias sobre ti cuando era pequeño, dicen que puedes cumplir cualquier cosa y yo quisiera saber si puedes hacer que mi hija recupere a su madre ¿Puedes hacer que la vuelva a ver?-” La ahora ninfa de los lagos le miró intrigada, su voz no solo llevaba duda, miedo, anhelo sino también sacrificio, pausada y escogiendo sus palabras respondió “- La vida que una vez fue quitada no puede ser devuelta, pero una vida puede adoptar muchas formas… solo hay una manera de cumplir lo que me pides, yo no soy un ser de las orillas…-” “-Necesitas mis pasos para poder caminar, lo acepto…-” la ninfa sonrió con ternura “Sabes que si haces esto te quedaras hasta el final de los días si es que yo no decido regresar…” “-No importa – accedió el pescador- si eres capaz de regresarla no importará, pero dime que es lo que debo hacer…” de un momento a otro la ninfa comenzó a brillar de magnífico un color azul, las aguas se volvieron prístinas formando un remolino a la celeridad de un suspiro la doncella apareció al lado del pescador y con un beso en la frente fue perdiendo lentamente su color noche que caía como una suave tinta por todo el cansado cuerpo del pescador que sonreía levemente mientras cerraba los ojos.


En las noches de invierno, cuando la bruma que golpea las olas se disipa con el tenue viento del anochecer, una pequeña balsa de madera navega solitaria por la anchura del lago. En ella una niña y una bella mujer aguardan a que de las profundidades del lago emerja un hombre de agua y sal, el guardián del lago que gusta de jugar con la niña todas las noches, como un sueño, hasta que el claro del sol anuncie un nuevo día.


Nota a pie de página 1: Los escritos 10 son leyendas así que tenderán a ser algo largas, mas vale el esfuerzo.


Nota a pie de página 2: Dedicado para una niña que hoy se convierte en mujer, una mujer muy divertida y muy extraña, pero muy linda. Feliz cumpleaños.

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