jueves, 15 de abril de 2010

Escritos de Viento N° 8: DE OVEJAS, CUYES Y GUAMAZOS (post – 34)

Ayer fue un mal día, mi sueño y sus intentos fueron frustrados en varias ocasiones por una extraña incomodidad a mi propia cama. Durante toda la noche mis ojos hicieron huelga. Jodidos e intranquilos por una sensación desconocida. Un desvelo que acribilla mis ganas de dormir, una de las pocas cosas que encuentro placenteras. El día anterior hice un poco de ejercicio y grabe unas cuantas canciones y dormí con tal descaro y placer como solo un oso perezoso o un borracho podría hacerlo, pero ayer no pude conciliar mis sueños. Ya intuía que eso no traería nada bueno.

En la mañana solo esperaba el pistolazo de mi despertador para levantarme de la cama, más despierto ya que un cafetero estaba cansado de que ninguna de mis ovejas pudiera saltar la cerca de lo gordas que estaban (a quien se le habrá ocurrido que contar borregos da sueño) al final uno de mis corderos se encabronó y arremetió contra la barricada de madera cual carnero enfurecido pero como no lo es lo único que logro fue estampar los sesos contra las vigas y cambiarle el color de un blanco onírico a un rojo “oveja estúpida” y claro igual yo no pude dormir. Cansado ya de la situación me calce el boxer a la cintura y camine a talonadas hacia mi computadora, la encendí y me dispuse a terminar un trabajo que debía presentar ese mismo día. Que iluso, que ingenuo, nada como un poco de responsabilidad para activar mi flojera natural, antes de los 10 minutos ya estaba dándome de cabezazos contra la pantalla. Doncellescamente me dormí, por fin, quien dice que las tareas no sirven para algo.

No, error, no debí dormir tanto. Desperté largo rato después, con medio teclado impreso en la cara, un millón de letras sin sentido en la pantalla y con un trabajo que ni siquiera había empezado. Corro. Tecleo tan rápido que le voy borrando las letras a los botones, termino a lo justo, guardo todo en mi usb. Salto hacia la ducha, me baño todo el cuerpo con solo 3 gotas de agua, jabón y shampoo, me pongo la primera ropa que alcanzo. Salgo corriendo del dpa, tengo 20 minutos para lograrlo, la adrenalina activa mi ánimo ¡Vamos! ¡Si la hacemos! ¡A la mier…! Dan las 9:10 a.m. en Guardia Civil y el tráfico es un diablo que junta a todos sus angustiosos pecadores bajo la sombra de un calor que no se mueve y un semáforo que no cambia. Aramburu no es distinto y mis 20 se hacen 5 cuando llego a la impresora. Mis 16 hojas dicen que no lo lograré, mi humanidad les dice que es posible, un Mouse atolondrado y colgadizo se burla de mi predicamento, pero aún así termino a 1 minuto y no puedo nada más que meterme un pique de proporciones épicas ¡Aún puedo! Me arengo un segundo antes de iniciar mi carrera cuando un escalofrió me recorre del espinazo hasta mi envalentonado cerebro. No tengo mi pase. Palpo mis bolsillos, me ausculto con más fervor que un perro de aduanas, pero no logro encontrarlo.

No esta ¡Me lleva! No puedo entrar a la U, todo fue inútil, el timbre de inicio de clases suena a una larga risotada que se mofa de mi olímpica derrota, que tonto, en mi apuro olvide mi tarjetero, bueno trato de relajarme, no he tomado desayuno así que algo de comer parece un buen premio consuelo. Pero no tengo dinero. No tengo mi vuelto o la chica de las copias no me lo dio, igual junto un esforzado sol y compro una gaseosa helada (no diré la marca por que no me auspician para decirlo, pero supo muy bien…) “Ya que” la destapo y el gas se vuelve espuma y se escapa por la boquilla manchándome las manos “Ah, no puede ser” trato de vengarme con un sorbo encrespado y termino atragantándome y tosiendo todo el camino ¡Me estoy yendo al carajo! Hoy es un mal día, preocupado comienzo a buscar por las esquinas algún cuy despistado que me pueda ayudar, un cuy que pase por ahí y al que no le importe darme una frotadita. Pero no hay ninguno. Convencido y abatido murmuro “Vuelve el perro arrepentido, con su mirada tan triste, con el hocico partido, con el rabo entre las piernas…"

Hoy trato de ser más precavido, preparo todo, despierto temprano, me lavo y me cambio con apuro. Salgo a tiempo, examino el tráfico y los carros “lo mejor será tomar una combi” necesito la precisión de una combi asesina para llegar a mi destino. Cazo una, voy al abordaje y me atrinchero en uno de sus asientos mientras avanza, pero el chofer es un viejito, un abuelito con pinta de bonachón ¡Ya me fui al carajo! Pienso, pero no. El abuelo acelera, esquiva, frena y menta la madre a los demás carros con una maestría tal que me hace sentir orgulloso, una señora se queja, el abuelo sonríe ¡no le hagas caso abuelo!-Murmuro-¡Tu pisa no más! Frente a mi una chica acostumbrada al trajín (supongo) se queda dormida apoyando la cabeza a la varilla de fierro del asiento. El abuelo zigzaguea y ella rebota la nuca contra la barra ¡Ouh que tal golpe! Pienso pero ella aguanta estoicamente el trancazo y sigue dormida. Un bache, una frenada, un pasajero y ella sigue dándose de azotes contra el respaldar y yo dudo "¿Se habrá desmayado ya de tanto cachiporrazo?" indeciso pongo las manos bajo la varilla para evitar que se siga dando de guamazos contra el metal, no puedo impedir los bastonazos pero por lo menos ya no son tan intensos. Al rato se despierta como si nada y baja con normalidad, yo dudo de su coordinación motora “Así comienzan los tumores” concluyo mientras bajo también. Siendo hoy, aún, subo al quinto piso pensando en que debería escribir para este post y acierto… quizá lo de hoy y ayer sea un buen tema. Pienso ¿porque no?
Nota a pie de página: Se malogro mi Mp3 asi que perdonen si los videos no cuadran mucho con las historias. ¿Alguien tiene un cuy en casa?

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