sábado, 22 de mayo de 2010

Escritos de Mar N° 8: LA AUSENCIA DE NADIE (post – 38)

Me he tardado. A pesar de tener muchas ideas en espera… me he tardado, supongo que hay días en los que veo mis propios pensamientos y me siento hastiado, irritado, cansado de que gran parte de mi mente viva ahora para escoger gemas en las sensaciones de mis días por los cuales pueda escribir. Crispado ya de que a momentos reciba golpes en el pecho que me orienten (a veces a fuerza) a escoger mis emociones y mis palabras cuando lo que quisiera simplemente es no saber siempre que decir, no intimidar, no incomodar; pero he entrado de lleno en mi propia armadura y la he hecho tan bien que puedo ver a los demás pasar por sobre ella, puedo verlos rebotar, impactar y destruirse mientras yo contemplo completamente inmóvil su desencadenado desbaratar y los golpes en el pecho me comienzan a quemar y comienza a fundirse el metal en mi cuerpo, pero yo no grito (siempre he sido muy orgulloso para ello) solo camino, busco un lugar donde pueda detenerme y observo a la nada, una nada que se convierte en mi respiro.

Nunca pensé volverme un coleccionista de silencios (de intentos) nunca pensé que sería el reciclador de mi propia vida, que hurgaría más en mi propia vida de lo que trataría de salvarla. Hay un delicado equilibrio en el hacer de todas las cosas, hay cosas que tienen explicación y otras que no y hay personas que se pasan la vida buscando la razón en las cosas que no la tienen y otras que quieren encontrar la verdad en las cosas vacías, me temo que yo estoy entre alguna de ellas; hoy esta dulce tristeza me conduce al tierno engaño que siempre suelo aceptar y desdeñar a tiempos fluctuantes y que solo en estados como este, en el limbo de la conciencia natural, puedo percibir, puedo concebir la ausencia de nadie como un dolor a mi mismo, una brecha en mi mundo, una ligera distorsión entre todos mis yo’s que vuelve a mi vera como una bohemia emoción de languidez, la parte de una parte que se encuentra en mi y en todas aquellas mariposas fantasmales que alguna vez enaltecieron mi mirada, en todas las plumas que alguna vez use y en todos esos atavíos ancestrales a los que alguna vez volveré. Extraño la torpeza de mi llanto, extraño la ausencia de mi mismo.


¿Qué será lo que lleve de ahora en adelante conmigo? ¿Qué clase de recuerdos añoraré? ¿Cuándo nadie me vea, podré hacerlo yo? En lugares como estos seguiré acarreando tu pesar, seguiré dándote salvavidas a escondidas para que no sepas que fui yo, para que te sientas mejor, para que no puedas rechazarlas. Volveré a mejorar tu vida y cuando ya no quiera y ya no puedas necesitarme desapareceré, porque ya no me llamarás, porque ya no te hablaré, porque habrá otros pueblos a los que iré. Y cuando vuelvas tu brillante mirada hacia atrás y recojas tus hermosos cabellos te preguntarás ¿Hay algo diferente? Y no será placeta del campo, los colores del fuego o la salinidad del mar; de hecho, no sabrás lo que será y para cuando alguien te advierta y te inquiera el por qué te detienes no responderás, sonreirás y continuarás mientras yo en algún lugar del ancho mundo dormiré y soñaré con una joven que se detuvo al caminar y que al increparle su acción dirá “No es nada, solo sentí una ausencia, la ausencia de nadie…”


Nota a pie de página: Con un poco de ansias, faltan 3 semanas para el primer año (11 de junio)


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