viernes, 24 de julio de 2009

Escritos de Tierra Nº 1: IN-MOTIVADO (post-6)

Estoy tarde (lo sé) no era lo que quería, no fue a propósito; estos días recordé aquella inamovible sensación que se había apoderado de mí estos últimos meses, recordé que no se puede acabar, que no puede dejar de existir y a pesar que lo había encerrado aprovechó un descuido para traspasar sus barrotes arrojándose contra mi entró por las heridas de mi piel y trató de esclavizar mi voluntad, con tan solo un descuido.

En este tiempo en particular no tenía idea de todos los problemas que me esperaban, problemas que me atacarían varios días, problemas que sorprenderían por su rapidez y su eficacia para hacer daño, problemas que vendrían de mí y que aún tengo, temas que no son excusas y que a pesar de mi resistencia invadieron mis pensamientos y mis ánimos, mi interés y mis pasiones. Porque en esos días y aún ahora (por momentos) lo que antes me motivaba y me impulsaba ya no lo es tanto, el futuro que escribí sobre piedra parecía desvanecerse como líneas en la arena, el suelo poco a poco se tornó monótono e inclusive la tierra que tenia en los zapatos se volvió conocida. Olvidé las armas en algún pueblo, me robaron las hojas ya escritas, perdí mi brújula (aquella que no apunta hacia el norte) y rompí mi lira de tanta rabia. Deje de viajar y comencé a vagar cayendo paulatinamente en el desierto.



Perdido, 30 días y 31 noches, perdido en tierra seca, en tierra partida, en arena; cubriéndome los ojos para no cerrarlos, tapándome la boca para no tragar desesperación, caminando lento para no despertar escorpiones. Y es que el desierto es engañoso, traicionero, rencoroso y llegas a adentrarte tanto en él que empiezas a creer que no hay nada más, que solo hay duna tras duna, solo tierra, solo polvo y podrías vagar hasta que lentamente dejes de ver tus pies, tus rodillas, tu cuerpo. Hasta formar parte del desierto pues terminas de creer que es lo único que hay… pero fue mentira, aún enterrado soy capaz de percibir mis manos, mis piernas; mis ojos aún en una tormenta de arena serían capaces de verme, de saber que estoy ahí, aún en la inmensidad del desierto podría saber quien soy, podría hallarme (más que nunca) porque quizá perdido sea la mejor manera de encontrarme. Y asi lo hice.



Si olvidé mis armas conseguiré otras, si me robaron los escritos crearé mejores, si perdí mi brújula haré una nueva, si rompí mi lira la arreglaré y volveré a viajar, he de perderme otra vez es muy probable pero no importa porque ahora el desierto me conoce y sabe que no puede vencerme y que si alguna vez nos encontramos de nuevo me entenderá y admirará por lo que soy… un viajero, un trovador que solo va de camino por sus tierras porque ambos sabemos que si he de quedarme en algún lugar no será este, no será el suyo, aunque él lo lamente.

No hay comentarios: