
Entendiendo lo que llegaba a mi quedo claro que era una improvisada representación de lo que es la felicidad para mi, extraño que irrumpiera así antes de un examen pero como dije antes esas cosas no suelen ser muy importantes para mi lo más que ha podido ser es la invención de unas cuantas frases para la arenga previa (primero si sé que de antemano esta fácil es: “¡¡¡vao con toda la furia!!!” si esta trabajo-difícil: “¡¡vamo con fe!!” y si ya esta yuca y encima yuca dura solo queda ir donde el profe y pronunciar con una venia: “¡AH, los que van a morir te saludan!”) pero volviendo a la imagen es intrigante lo sencillo y sacrificado que es como en todo tiempo se devela esta búsqueda, la búsqueda del caos, del desorden (no conflictivo), de la inestabilidad, del delirio, del desconcierto, de la desigualdad simétrica, de la dulzura incompleta, la belleza del caos, de su fuerza, su intensidad y su fugacidad.
Adrenalina, la excitabilidad de terminar en el preciso momento, de no poder vivir en lo tranquilo y lo estable porque no hay nada que crear allí, no hay nada que mejorar, ni nada que esperar por eso la felicidad (a mi ver) no es eterna porque en ese momento dejaría de existir, dejaría de importarnos y de buscar, de buscar aquel fragmento del destino, aquella vaga idea (o vaga persona) que apreciamos como nuestra propia felicidad y al parecer más allá de trabajos, pruebas o exámenes que puedan acaparar los pensamientos el alcance (idealista o no) de la felicidad siempre arribara a costa de nuestra, a veces, atiborrada playa mental cual aire de oriente, cual ráfaga traviesa que hace caer manzanas en la cabeza de aquellos que divagamos (con estilo) cuando deberíamos estudiar o simplemente cual insistente voz que te pide un soplo de atención en pleno examen. Para tal caso (como en todos) lo que hagamos depende de nosotros y en mi trastabillado apetecer de zapatos gastados y encariñado suspirar que llamo experiencia (una forma de ella al menos) lo que habríamos de hacer es atender y ayudar quizá la mejor forma de terminar bien un examen, un día, la vida.
Todo eso suena bien en teoría, pero es prácticamente difícil no obstante ya conciliamos que debe serlo; una vida fácil es aburrida, una vida sin emoción es cansada, una vida sin esa escurridiza y coqueta felicidad no tendría nada de interesante ni desafiante, fortuna (o pena) que para este joven escritor sea tan adictivo y cada cuando tenga ganas de vestir su acostumbrada armadura, empuñar su vieja lanza y emprender otra distraída y quijotesca búsqueda con un caballo que ya reniega de llevarlo pero que se alegra de verle y de acompañarlo. Como yo lo veo y como seguro el también lo ve, aún tenemos todo un mundo por perseguir. Que locura, sin duda estos días han sido una locura, típicos días de parciales, atípicos días para mi. Aunque la calma se oponga a la felicidad.